Este 21 de agosto, desde cualquier país, se podrá disfrutar del tercer concierto del sacerdote colombiano, perteneciente al Conservatorio de París, a través de las plataformas digitales
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Fray Alejandro Tobon, OCD |
Cantante y
compositor de música religiosa, músico profesional e integrante del Coro
Gregoriano de París. Él es es fray Alejandro Tobón, el carmelita descalzo
colombiano que presentará su tercer concierto esta semana, a través de las
plataformas virtuales, para que “más gente se enamore con locura de
Jesucristo”.
Empezó cantando
música colombiana, a los cuatro años de edad. Siguió con temas latinoamericanos
y en algún momento le gustó la música protesta. Estudió en el conservatorio de
su ciudad natal y en el de París. Dejó todo por servirle a Dios como sacerdote
y el Señor le devolvió el ciento por uno.
Su primer
concierto fue en octubre de 2020 en el templo Santa Teresita de Bogotá, y el
segundo fue en la Catedral de Sal de Zipaquirá, durante la pasada Navidad. Este
será desde la colonial ciudad de Villa de Leyva y, al igual que los anteriores,
los fondos que recoja van para las obras sociales y la formación de los
seminaristas de su comunidad.
La música
clásica y Mercedes Sosa lo acercaron a Dios
Fray Alejandro
Tobón nació en 1972 en la ciudad de Medellín, tuvo unos padres y una abuela que
fueron sus grandes ejemplos de fe católica, “eran santos, de misa y Rosario
diarios”. Una familia, además, muy musical; su única hermana era guitarrista y
siendo aún niño cantaba con ella bambucos y pasillos.
Hacia los 14
años empezó a estudiar lectura musical, solfeo y música clásica con la Coral
Tomás Luis de Victoria. Más adelante ingresó a la Universidad de Antioquia, a
prepararse para la carrera de Música con énfasis en canto.
“Mi primera
apertura a Dios fue a través de la música clásica y de la cantante argentina
Mercedes Sosa. Por un lado, la música clásica me hacía tocar el cielo y por
otro, Mercedes me hacía tocar el cielo en la realidad de los seres humanos
latinoamericanos”, dijo en conversación con Aleteia.
“En sus temas,
ella hablaba de un amor trascendente que yo deseaba. Eran un llamado a la
reconciliación, a un encuentro con lo divino, para mí representaron el
preámbulo para encontrarme con Dios y así se lo dije cuando, a los 20 años, la
conocí durante un concierto, gracias a una mujer policía que me llevó hasta el
camerino”.
Allí nació una
amistad con ella y con su hijo que perduró hasta que fallecieron. “Ella me
adoptó como si fuera su hijo y me pedía oración por mucha gente. De la grave
enfermedad que tuvo en el 96 salió convertida, de ahí en adelante fue
profundamente creyente y alegra profundamente haber contribuido en ese
proceso”.
Una época lejos
de Dios
De niño hablaba
con Jesús como su amigo imaginario y se iba a conversar con él mientras los
demás jugaban fútbol, “era tan normal ser amigo de Jesús que pensé que todos lo
eran, pero eso me hizo víctima de burlas en el colegio”, asegura el sacerdote.
Sin embargo, en
la adolescencia se dio una ruptura con Dios. Por ese entonces, ocurrieron
tragedias tan grandes como la erupción del Volcán Nevado del Ruiz, la toma del
Palacio de Justicia por la guerrilla y la explosión de carros bombas por parte
de narcotraficantes, y se preguntaba dónde estaba Dios mientras moría tanta
gente. Eso, y algunas catequesis con ideologías diferentes, lo fueron alejando.
En esa misma
época, una serie de televisión despertó su curiosidad por la magia y se adentró
en tan peligrosos caminos. Se dedicó a aprender de esos temas y rechazó todo lo
relacionado con la Iglesia católica, aunque lo disimulaba delante de sus
padres.
El día de su
Confirmación, Dios le mandó la salvación a través de la esposa de su padrino,
quien le explicó que todo eso era satánico y lo orientó sobre lo que debía
hacer.
La conversión y
la vocación
La conversión
le llegó en 1991, luego de ver la película Hermano Sol, hermana Luna. “Fue
como si el Cielo se hubiera abierto y yo estuviera cara a cara hablando con
Dios. Al final, solo tenía ganas de llorar, no entendía cómo era posible que yo
me estuviera perdiendo de este cielo en la tierra”.
Al día
siguiente, tomó los libros de oración de su mamá, y nació una sed de Dios que
no se apaga y de la que quiere contagiar a miles de personas. Empezó el
discernimiento vocacional sin contarle a su familia y aunque estuvo primero con
una comunidad de franciscanos y con terciarios capuchinos, para él estaba
reservada la comunidad de los Carmelitas Descalzos.
Para sus padres
no fue fácil ver cómo el hijo que les había dado problemas, que primero quiso
ser músico, ahora decidía ser sacerdote. No lo entendieron, pero lo aceptaron y
luego vieron las grandes bendiciones en su vida.
“En la
espiritualidad del Carmelo uno se vuelve loco de amor y lo entrega todo. Lo
aprendí de la vida de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa de Jesús y de los
sacerdotes que he conocido en este caminar”, explica fray Alejandro.
Al
Conservatorio de París
Aunque había
dejado la música, pudo volver a ella porque así lo dispuso Dios. En Colombia
siguió estudiando y cantando con orquestas filarmónicas. Un buen día, su
profesor le recomendó presentarse al conservatorio de la capital francesa y
después de un par de años, su comunidad lo autorizó y fue admitido.
Estudió en un
nivel altamente profesional y sigue siendo parte del Coro Gregoriano de París,
con el que viaja en cada Semana Santa para promover la música por el mundo.
También en Colombia ha organizado giras musicales y el año pasado, durante la
pandemia, empezó con los conciertos virtuales para conseguir recursos que
pudieran sostener las obras sociales en una época tan compleja.
Carlos Posada,
un gran guitarrista que lo acompaña desde hace varios años y hace arreglos para
sus canciones, explica que la temática musical de fray Alejandro es religiosa y
recurre a sonoridades de corte popular con letras hermosas. Es por eso que en
sus producciones se escuchan desde sambas argentinas hasta ritmos colombianos y
composiciones libres.
Eso es lo que
se disfrutarán sus miles de seguidores en redes sociales y todos los que se
quieran sumar a este espacio de oración, contemplación y alabanza a Dios.
Quienes deseen participar, hacen una donación voluntaria en https://gofund.me/2a279b53
o en diferentes plataformas de pago (Informes: +57 3134274716). La conexión es
virtual, a las 8 de la noche hora de Colombia, 10 de la noche de Argentina y 3
de la mañana, hora de Europa.
Lucía Chamat
Aleteia
Colombia