Su organización ha marcado un antes y un después en estos eventos, sus frutos son abundantes
AFP |
El 18 de agosto
de 2011, Benedicto XVI cruzaba la Puerta de Alcalá de Madrid acompañado de 50
jóvenes, 10 de cada continente. Una entrada simbólica en la ciudad anfitriona
en la que ya se pudo ver la cara de asombro del Papa ante la magnitud de lo que
se estaba encontrando.
Tan grandes
fueron las emociones que vivió el Papa que -ya de vuelta en Roma- reconoció:
“en pocas palabras no puedo describir los momentos tan intensos que hemos
vivido”.
Fueron unas
Jornadas Mundiales de la Juventud históricas, cuyo momento más importante se
vivió en la vigilia de oración en el aeródromo de Cuatro Vientos.
Su organización
ha marcado un antes y un después en estos eventos. Sus frutos son abundantes.
Estas siete razones convierten la JMJ de 2011 en Madrid en algo único:
1. DOS MILLONES
DE PEREGRINOS DE 139 PAÍSES
Si bien ya se
habían celebrado 25 JMJ antes que la de Madrid, la de la capital española fue
la de los récords. Casi dos millones de peregrinos de los cinco continentes se
congregaron para encontrarse con el Papa, en pleno mes de agosto y a casi 40ºC.
Para que todos
ellos se sintieran acogidos y fuera más fácil su estancia, 30.000 voluntarios
se dedicaron al servicio al prójimo. Se facilitó asimismo la participación de
2.000 jóvenes de todo el mundo con pocos recursos y de 4.000 personas con
discapacidad.
La afluencia a
la vigilia de oración y a la Misa de Envío en el aeródromo de Cuatro Vientos
superó cualquier expectativa. Dos millones de personas presentes, y otras
muchas que no pudieron acceder al recinto que ya estaba desbordado. El Papa
tuvo que suprimir su paseo por los pasillos del aeródromo para saludar a los
fieles debido a la falta de espacio.
2. LA TORMENTA
PERFECTA
Precisamente,
el momento más recordado de la JMJ se produjo en Cuatro Vientos. Después de una
tarde de sofocante calor, al atardecer, ya en plena Vigilia y con Benedicto XVI
en el grandioso escenario, comenzó una lluvia que se transformó en poderosa
tormenta, con vendaval incluido.
El Papa era
cobijado bajo varios paraguas, mientras el viento hacía volar su solideo y
derribaba la Cruz de la JMJ. También algunas vallas, e incluso hizo tambalear
los set de televisión que transmitían el evento. Pero la multitud recibió
la lluvia como una bendición, se mantuvo firme (como el lema de la JMJ: Firmes
en la fe). El Papa, al ver lo que ocurría, no perdió la sonrisa.
Y tras la
tormenta, llegó la calma. En un aeródromo completamente embarrado y con los
peregrinos empapados.
Los bomberos
apuntalaron el escenario para la Adoración al Santísimo, en la Custodia de Arfe
(del s.XVI).
Se hizo
el silencio sepulcral, y arrodillados en el barro, dos millones de
personas pusieron sus ojos en Cristo. Las imágenes eran impactantes. El
encuentro personal de cada uno con el Señor.
3.PRIMERAS
CONFESIONES DE UN PAPA A JÓVENES EN UNA JMJ
Por primera vez
en una JMJ, un Papa confesaba a varios jóvenes de distintos países. El sábado
20 de agosto por la mañana, Benedicto XVI se dirigió al Parque del Retiro,
donde se había instalado lo que se llamó ‘la Fiesta del Perdón’.
En 200
confesionarios con forma de vela, los sacerdotes administraron el sacramento de
la penitencia a 18.000 personas.
El Santo Padre,
ese sábado, confesó a cuatro jóvenes, dos chicos y dos chicas. Estuvo 40
minutos, el doble de lo previsto. Según el portavoz del Vaticano, en Madrid,
“se volvió a actualizar el sacramento del perdón”.
4. EL VIA CRUCIS
‘MAS RICO’ DE LA HISTORIA
España tiene un
patrimonio cultural sacro-religioso incomparable en el mundo entero. La riqueza
de su tradicional Semana Santa, vivida con gran devoción en todos los rincones
del país, y a la vez de maneras diferentes, fue el detonante para convertir el
Via Crucis en algo que jamás se ha producido.
Quince obras de
arte barroco de incalculable valor –una por cada estación del Via
Crucis más una última de la Soledad de la Virgen- se dieron cita en el Paseo de
Recoletos, en pleno centro de Madrid. El Papa dijo:
“Son imágenes
donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e
invitarle a la conversión”.
Después del Vía Crucis con el Papa, muchos de esos pasos salieron en procesión de madrugada
hasta algunas parroquias donde se guardaron hasta su retorno a los puntos de
origen. Fue una ‘madrugá’ en pleno mes de agosto.
5- VISIÓN JOVEN Y
MODERNA DE LA IGLESIA EN COMUNIÓN
Benedicto XVI
calificó la JMJ vivida en Madrid como “un gran don que da esperanza para el
futuro de la Iglesia”.
Conmovido por
la fe de los jóvenes con los que se había encontrado, había sido el principal
testigo de una juventud que había dado un ejemplo al mundo sin precedentes.
Casi dos millones
de personas, en su inmensa mayoría jóvenes de todo el mundo, hermanados,
felices, compartiendo alegría, fe y esperanza. Mostraron una Iglesia joven,
comprometida, capaz de divertirse con el mayor entusiasmo, y de recogerse en
oración y en la liturgia cuando el momento lo requería.
Como decía el
titular de un periódico nacional en España en esos días: “Un tsunami de jóvenes
católicos”.
6. ÉXITO DE LA
ORGANIZACIÓN Y REFERENCIA MUNDIAL
La organización
de un evento de esta magnitud, incluso superadas las previsiones, fue todo un
reto que ha inspirado a los siguientes países organizadores de JMJ.
Goyo Roldán,
delegado de Juventud encargado de la JMJ, revela que “resultó
fundamental la coordinación de todas las parroquias, colegios,
conventos, monasterios… Todo, para que todos fuéramos en la misma dirección y
cada uno hiciera lo que tenía que hacer, fue realmente complejo”.
Para Yago de la
Cierva, coordinador de la JMJ Madrid 2011, el secreto del éxito de aquel equipo
fue “la unión de profesionales y voluntarios. Un evento que reúne a más de
dos millones de personas es imposible sin un pequeño equipo de profesionales
que formen su esqueleto sólido, y una marea de voluntarios que sean los
músculos y la cara humana de la fiesta”.
7. INNUMERABLES
FRUTOS PERSONALES
Pero más allá
de las cifras, la JMJ fue un encuentro personal de cada uno con Dios. Es ahí
donde más se ven los frutos. Vocaciones al sacerdocio, parejas que se
conocieron allí y ahora son matrimonio con hijos, conversiones
impensables… La marca en el corazón que ha dejado en decenas de miles de
personas es imborrable.
El libro Huellas
de una tormenta, del periodista Pedro José Rodríguez-Rabadán saldrá a la luz el
próximo mes de septiembre, y aglutinará más de una veintena de testimonios de
cómo lo vivido hace ahora diez años ha cambiado la vida de muchas personas.
Son una muestra
de cómo Dios se sirvió de esa JMJ para tocar el corazón de muchos y cambiarlo
para siempre.
Benito Rodríguez
Fuente: Aleteia