Atendió a 4.000 familias al día y repartió más de 20 toneladas de alimentos diarias
Durante
la pandemia, la Fundación Madrina ha pasado de cubrir el 60% de todas las emergencias de infancia y maternidad
vulnerable de la Comunidad de Madrid a
hacerse cargo del 90% de las personas en esta situación.Voluntarios organizando ayuda en la parroquia
Conrado
Giménez, su presidente y fundador, asegura que la crisis social que ha dejado
el coronavirus
ha transformado las colas del hambre en colas de personas sin recursos y
sin hogar, dejando en una situación especialmente delicada a las mujeres que
son madres y a sus hijos. Tanto es así que el gobierno autonómico y el
Ayuntamiento de Madrid les abrieron las puertas de los
servicios sociales para que sus dos mil
voluntarios ayudaran con las necesidades
básicas de las personas más vulnerables de la Comunidad.
Las
cifras de personas y alimentos de esta institución se han multiplicado
exponencialmente. Antes de la pandemia,
la Fundación Madrina atendía a unas 400 familias al día y llegaban a
repartir unas 30 toneladas de comida cada 3 meses. Ahora,
asegura su presidente, unas 4.000 familias recurren a la
Fundación todos los días y se distribuyen 20 toneladas diarias.
Madrina también ayuda a instituciones como Cáritas, parroquias o asociaciones
de vecinos en estado de necesidad.
España Vacía
Para
muchas de estas familias sin recursos, la Fundación ha desarrollado el programa
Pueblos Madrina. Esta iniciativa propone realojar a aquellas familias
vulnerables en pueblos de España en estado de
despoblación, mediante convenios con el ayuntamiento local por
los que se consiguen alquileres a bajo coste, ofertas de trabajo para los
padres y la oportunidad de empezar una nueva vida.
Para
las madres solteras, la iniciativa Abuelos Madrina, propone lo mismo pero en
este caso son las personas mayores que sufren de soledad las que alojan a las
mujeres con sus hijos.
En
2021, la Fundación ha realojado a más de 100 familias y 300 niños, y
tienen a 700 más a la espera de ser reubicadas.
Conrado
Giménez asegura que con esta iniciativa se evita el cierre de los colegios de
los pueblos por la falta de alumnos. También se consigue que estos niños,
muchos de ellos inadaptados y en situaciones críticas, tengan una atención
personalizada y consigan mejorar sus calificaciones, ya que pasan de clases de
30 personas a unas donde no superan la decena de alumnos por profesor.
A
parte de esto, la Fundación cuenta con el centro SAMI, un centro clínico donde
recibieron más de 250.000 llamadas de emergencia y
desde el que repartieron 15.000
‘canastillas bebé’ para ayudar a los recién nacidos.
Ignacio
González Casado
Fuente: ReligionConfidencial