Y dura… y dura…
Dominicas de Lerma |
Hace
exactamente 15 días corté una cala de una de las plantas de la huerta y se la
entregué a las sacristanas por si se la querían poner al Señor. El primer día
la colocaron sobre el altar durante la Eucaristía; después, en un jarroncito
junto al Sagrario; luego estuvo unos días con la Virgen y, durante los ocho
días de Ejercicios, ha permanecido en cada adoración bajo la Custodia…
Todas al verla
comenzaron a hacernos preguntas de todo tipo: “La habéis cambiado y es otra,
¿verdad?”, o “¿No será de plástico?”, “¡Es imposible que dure tanto, si
normalmente a los pocos días se marchitan!”. Y es que la verdad es que todas
hemos alucinado que durase tanto…
Ayer, en la
adoración de la tarde ante el Señor, Él me regaló descubrir que esto era como
un pequeño símbolo de lo que supone el Amor, porque un amor que dura y
permanece, siempre interroga, hace que otros se cuestionen. El que ama,
permanece, y el amor no necesita muchas palabras… ¡es testimonio por sí mismo!
Y nosotros
tenemos la clave para que el amor sea verdadero y duradero: la clave está, como
esa flor, en beber de la Fuente que es Cristo, en saciar nuestro corazón en Él,
que es quien nos da Su amor para que podamos vivir de Él y no tengamos que
andar buscando en los demás algo que solo Él nos puede dar. Es un don, un
regalo, que está ahí, solo tenemos que desenvolverlo y vivir de ello como
centro de nuestra vida. ¡Su amor es el que es eterno!
Hoy el reto del
amor es pedirle al Señor que te llene de Su amor para que después, desde esa
gratuidad, puedas vivir el día entregando a los demás lo que has recibido
gratis.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma