Las antiguas Olimpiadas eran paganas pero, ¿son cristianas las Olimpiadas modernas?
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En un descanso
de las emocionantes imágenes de los atletas compitiendo en Tokio, detente a
leer un poco de cultura general sobre las raíces cristianas de los Juegos
Olímpicos modernos.
El lema oficial
de los Juegos Olímpicos es Citius, altius, fortius, es decir,
«Más rápido, más alto, más fuerte». Fue una elección de Pierre de Coubertin
cuando fundó el Comité Olímpico Internacional en 1894, pero Coubertin no ocultaba
el hecho de que tomó prestado el lema de su amigo Henri Didon, un sacerdote
dominico.
Considerado uno
de los mejores predicadores de su tiempo, el padre Didon era también un gran
aficionado a los deportes y había acuñado el susodicho eslogan para una reunión
juvenil en París en 1891.
Otro lema para
las Olimpiadas que empleó Coubertin pero que nunca se hizo oficial es: «¡Lo más
importante no es ganar, sino participar!». ¿La fuente? Según un documento de datos oficiales proporcionado por el
Comité Olímpico Internacional, Coubertin se inspiró en el obispo anglicano
de Pensilvania, que lo utilizó en un sermón en la catedral de San Pablo en
el primer domingo de las Olimpiadas de Londres de 1908.
Coubertin era
católico
La relación de
Coubertin con la Iglesia no es de extrañar, dado que su familia era católica
devota y él asistió a un internado jesuita en su infancia, aunque no está claro
cómo de comprometido se mantuvo con la fe en su adultez.
Sin embargo, su
educación católica bien podría haber sido lo que le inspiró a formar los Juegos
Olímpicos modernos.
Desde san Pablo en adelante, la Iglesia ha empleado las
virtudes de los deportes, incluyendo las Olimpiadas específicamente, como una
forma de enseñar sobre la vida espiritual.
Es verdad que
el Catecismo actual advierte contra el «idolatrar la perfección física y el
éxito deportivo» como parte de un pagano «culto al cuerpo» (CIC 2289). Pero el Concilio Vaticano II representa una
parte de la tradición católica en el reconocimiento de los grandes beneficios
que ofrecen los deportes para la comunidad.
Esto incluye
las relaciones internacionales, como aspiran los Juegos Olímpicos: «[Los]
ejercicios y manifestaciones deportivas (…) ayudan a conservar el equilibrio
espiritual, incluso en la comunidad, y a establecer relaciones fraternas entre
los hombres de todas las clases, naciones y razas». (Gaudium et spes, 61)
Brantly Millegan
Fuente: Aleteia