En su juventud, la pediatra argentina Cristina Mitidiero padeció una endometriosis que le impidió de por vida quedar embarazada. Siempre quiso tener una familia numerosa, pero al casarse, rechazó, por su fe y sus sólidos principios bioéticos, los métodos de fecundación artificial que le proponían.
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Cristina Mitidiero. Dominio público |
El problema del sufrimiento
Cristina
se educó junto con sus cuatro hermanos en una familia católica, y recuerda especialmente la fe de su
madre, de origen polaco: “Nunca en su vida se saltó una misa”.
Cuando
empezó a estudiar medicina, vivió en primera persona el dolor y el sufrimiento
ajeno: “Fue un choque muy brusco. Desde mi infancia vi que Dios es amoroso y
protector, y ver la otra cara de la moneda, la maldad, la cruz y el sufrimiento es algo que no
entendía. Me enojé mucho con la fe, pero nunca la abandoné”.
La "doctora muerte"
“Cuando
empecé la especialidad de pediatría", recuerda, "entró una bebé de 5
meses. Falleció, y el médico me pidió que fuese a decirle a la familia que su
hija había muerto. La muerte de esta niña lo cambió todo. Recuerdo que salí con
los padres y nos sentamos a rezar. Varios niños fallecieron en mi guardia, y
las enfermeras comenzaron
a apodarme `doctora muerte´, pero el terapista seguía encargándome que diese
las noticias”, explicó recientemente al ofrecer su testimonio para Faro Films.
Fue
entonces cuando supo lo de su propia enfermedad: “Siempre había querido
ser madre de muchos niños, pero poco después me diagnosticaron endometriosis y
que me iba a costar mucho ser madre. Llegó a mis manos el Diario de
la Divina Misericordia, de Santa
Faustina, y me empezaron a pasar cosas extrañas. Recuerdo que un día pedí una señal a Dios ante
el sagrario para saber si me tenía que casar con mi futuro marido. De repente,
inmediatamente después, apareció en misa y me tocó el hombro saludándome”.
Rezaba por quienes fallecían alrededor
“Un
día estaba en plena charla con mi novio y una amiga cuando una persona se tiró
del edificio al lado nuestro. `Reza, reza, reza por esa persona´, le dije, y
rezamos el rosario”, cuenta Cristina: "Un día, hablé con un sacerdote
pensando que la muerte me perseguía, y me dijo: `Ahí está tu función, Dios te quiere para interceder porque
quizá nadie hubiese rezado por ellos`”.
“Desde ese día, Dios es tan bueno
que ningún paciente mío ha fallecido. Incuso daba por muertos a algunos
pacientes por los que no había nada que hacer, consolaba a los niños, rezaba la
coronilla de la Divina Misericordia... y en varias ocasiones aparecían
caminando, curados, preguntando por mí”, celebra.
Un retiro de Emaús
Cristina y Alejandro se casaron, y
pasados los años no se quedaba embarazada: “Me ofrecieron tratamientos, pero no quería ofender a Dios con mi
matrimonio, y no sabía si con esos métodos iban a hacer que Dios estuviese
contento conmigo. Hicimos un viaje a Medjugorje para pedir un hijo sin ofender a Dios”.
La
aclaración llegó luego: “En plena búsqueda, nos invitan a un retiro de Emaús. Ahí sentí que
Dios me buscaba, como si me revelara el amor que me tenía, supe lo
desagradecida que había sido con un Dios que me quería tanto. Entré pidiendo
ser madre y salí buscando Su voluntad”.
Adopción
Mientras,
durante el tratamiento se fue perfilando la solución: “Dios me fue poniendo médicos provida que me
ayudaban a discernir cual era la voluntad de Dios con mis hijos y los
tratamientos que recibía, hasta que una de ellos me habló de la adopción”.
Cristina
y Alejandro decidieron preguntarle al Papa: “Le escribimos para saber qué hacer
ante la propuesta de la fecundación in vitro. Nos dijo que rezásemos juntos y que
fuésemos testimonio de Dios para los demás”. Poco después, “nos llamaron
para conocer al juez el 26 de diciembre. Tras una larga charla nos preguntó: `
¿Están en condiciones para recibir a Esteban hoy mismo?´. Tenía 2 meses y medio y desde
aquel día, éramos sus padres”.
Militante provida
“Nunca
entendí cómo las personas pueden proteger a los animales en lugar de a un ser
humano indefenso. Siendo mamá de un bebé, empezaron las marchas del aborto, y me propusieron hablar a los
diputados a favor de la vida”: fue así como participó como asesora en los
debates de la cámara de Diputados argentina.
Recuerda
pasar las madrugadas estudiando los métodos abortivos para preparar su exposición: “Nunca
he leído nada tan horroroso como las técnicas del aborto. Soñaba con ello, y
como médico, sabía que el
bebé lo siente todo, incluso el hecho de no sentirse amados… Desde
entonces, participé como defensora de la vida en multitud de ocasiones”.
Durante
su exposición ante los diputados mencionó a la madre biológica de su hijo: “Le
voy a estar agradecida toda mi vida. Siendo una muy pequeña adolescente, quedó
embarazada en la situación más traumática que se puedan imaginar. Gracias a la
ayuda de un desconocido decidió darlo en adopción. Hoy yo sé que está tranquila porque su hijo está al cuidado de
otra familia. Este es mi bebé. El más feliz del mundo, que se salvó de este
holocausto”.
El segundo hijo
Tras
bautizar a Esteban, “Dios se las ingenió para enseñarnos que los hijos no nos
pertenecen ni vienen para satisfacer una necesidad personal. Para mí tener un
solo hijo ya era la plenitud, pero en plena pandemia me llamaron un 16 de
julio, día de la Virgen del Carmen, preguntándome si queríamos ser papás de un
bebé que se llama Marcos.
Tenía 9 meses cuando llegó, ahora tiene un año y 4 meses. Cuando pasó todo
esto, nunca imaginé que podría ser mamá de dos niños. Ahora lo único que me importa es que
lleguen al cielo".
Fuente: ReL