Durante la persecución religiosa cientos de iglesias y conventos fueron saqueados y en muchos casos profanadas las tumbas y expuestos los cadáveres como trofeo
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Comunidad de monjas jerónimas del convento de San Pablo en Toledo |
La mayor persecución de la historia
Entre mayo de 1931 y abril de 1939
tuvo lugar la mayor persecución que ha sufrido la Iglesia
católica. Y fue en España.
El 14 de abril de 1931 fue
proclamada la II República tras el exilio de Alfonso XIII. No había
pasado un mes cuando comenzó la persecución y la quema de conventos.
Numerosos artículos de la Constitución aprobada en diciembre de 1931 son prueba
de su carácter laicista. Entre otras medidas, suprimió la
confesionalidad del Estado, la enseñanza religiosa y
expulsó nuevamente a la Compañía de Jesús.
Sobre una población de cerca de 27
millones de personas, la Iglesia contaba en España con 20.000 religiosos, 60.000
monjas y 35.000 sacerdotes. Los seminaristas eran más de 14.000. En
menos de 8 años, más de 8.000 religiosos fueron asesinados por odio a
la fe, de los que 296 eran monjas y religiosas.
El martirio de las cosas
En poco menos de 300 páginas, Profanación
de la clausura femenina recoge los tormentos a los que fueron
sometidas las religiosas durante la persecución religiosa. A través de una
fuente histórica de primera mano cómo son los diarios de la clausura, Teulón
ilustra el destino de miles de monjas y religiosas en toda España: la
persecución, la expulsión, el pánico, las cárceles e incluso el martirio
que sufrieron las mujeres consagradas.
Javier Paredes, director de la editorial San Román,
ha destacado en varias ocasiones que “el martirio de
las personas estuvo precedido en España del martirio de las cosas”. Algo
que “descubre una saña contra el mundo religioso” que no suele tardar en
aparecer.
Es la intención de Teulón en este
nuevo volumen de la colección Testigos de la Guerra Civil Española donde,
si bien no abunda el martirio de la sangre, el “martirio de las cosas”
es una constante en conventos como las carmelitas de Cuerva, el
monasterio Cisterciense de la Encarnación en Talavera o las jerónimas de
Toledo.
“Son historias de persecución.
Recorremos la persecución, la angustia o la disgregación que por su
condición de religiosas les tocó vivir en los días de la persecución religiosa
que asoló la España de los años de la Guerra Civil”, destaca Teulón.
Desde los meses previos al estallido
de la guerra, las religiosas presentían que se desataría una salvaje
persecución, como continuación de los primeros años de la República.
Así lo expresó Apolonia
Lizárraga, superiora general de la Congregación de Carmelitas de la Caridad.
"Todos dicen que se esperan cosas terribles y hay un pánico
general; son tiempos de verdadera persecución contra Dios, y claro,
las primeras que hemos de sufrir las consecuencias somos sus religiosas, así
que bendito sea Dios que así lo permite". Poco después del estallido de la
Guerra, fue descuartizada y echada de comer a los cerdos.
Las carmelitas de Cuerva y el
milagro del Santísimo
Desde la primera semana tras el
estallido de la Guerra, sucesos como los descritos fueron habituales durante
los siguientes tres años. El primer y más extenso de los testimonios recogidos
por Teulón es el de la clausura carmelita de Cuerva, en Toledo. Era 22 de julio
de 1936, y las religiosas carmelitas permanecían ajenas a la guerra que
días atrás acababa de estallar en España.
El único capellán del pueblo se
presentó en el convento cargado con hostias consagradas, que entregó a la
madre superiora. “Obre con ellas según lo exijan las circunstancias”, le urgió
antes de ser detenido. Cuatro días después, “lo fusilaron confesando a
Cristo”, escribieron las religiosas.
“Una turba sedienta de sangre invadió
nuestro convento. Terminada su hazaña, más parecía una morada de fieras del
infierno que la casa de las esposas del Señor. Lo desmantelaron, y todo el
convento quedó asolado y vacío”.
Las religiosas apenas tuvieron
tiempo de custodiar las Sagradas Formas. “Teníamos tres copones en la
Sacristía. Los ángeles debieron custodiar aquel tesoro, solo así se explica
el milagro de que aquella chusma no llegase a profanarlo. Nuestra
madre priora cogió las formas consagradas y las repartió entre las religiosas para
librar a Jesús de la profanación”. El 26 de julio fueron forzadas al
abandono del convento y a su dispersión.
Las cistercienses de Talavera de la
Reina
La misma suerte corrieron las
religiosas cistercienses de Talavera. El 20 de julio, Sor María Mercedes Díez
recuerda cómo los milicianos ocuparon y registraron el convento.
“Llegó su atrevimiento hasta abrir
el sagrario y tocar las Sagradas Formas que esparcieron por el altar,
mientras nosotras, transidas de pena y horrorizadas, llorábamos sin consuelo”.
Cinco días más tarde, una nueva comitiva las obligó, como a las carmelitas, a
abandonar el convento.
Las jerónimas de Toledo
El mismo 25 de julio, cientos de
milicianos y milicianas invadieron el convento de San Pablo de las Jerónimas.
“Como dijeron que nos iban a matar a
todas, me fui a toda prisa a esconderme en una alacena”, cuenta Sor Serafina de
Santa Paula. “Salí dos veces a ver si se marchaban, pero lo primero que vi
fue la gran turba que atropellaba al padre capellán. Algunos de ellos
me vieron y me tiraron tres tiros, pero no me dieron y me volví a
esconder”.
“Había una lluvia de tiros dentro de
nuestro monasterio. Entretanto, suplicaba a Dios le diera fuerza al capellán
para recibir el martirio. Se puso de rodillas y dijo: `¡Viva Cristo
Rey! Yo os perdono´. Le tiraron seis tiros y le levantaron la tapa de
los sesos. `Ya cayó el cura, ya cayó´ gritaban de fondo los milicianos”.
Postulador de las causas de los
mártires
El sacerdote Jorge López
Teulón es el postulador de las causas de los mártires de la provincia
eclesiástica de Toledo, lo que equivale a casi la totalidad de Castilla La
Mancha.
Como uno de los máximos
especialistas en España sobre la persecución religiosa durante la II
República y la Guerra Civil en España, ha publicado obras de referencia
como La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo, Mártires
españoles (1934-1939) o Toledo 1936, ciudad mártir.
Persecución y martirio.
José María Carrera
Fuente: ReL