Mi madre Gabriella, filósofa de formación, era entre otras cosas atea y provenía de una familia anticlerical y comunista. Se convirtió profundizando la filosofía y la teología cristianas, gracias al encuentro con unos sabios sacerdotes
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Pietro de blanco, junto a su hermano Paolo, novicio dominico, su padre antes de ser ordenado sacerdote y su otro hermano |
Y precisamente junto a la tumba de Santo Domingo
en la basílica que lleva su nombre en Bolonia se produjo el pasado 1 de mayo
uno de los actos del centenario más simbólicos, la ordenación de tres nuevos
sacerdotes y de dos nuevos diáconos de la Orden de Predicadores. Ocho siglos después la obra
fundada por el santo de Caleruega sigue ofreciendo frutos en la Iglesia.
En la homilía de la ordenación, el cardenal
Zuppi, arzobispo de Bolonia, afirmaba precisamente que “esta celebración es uno
de los momentos más importantes de todo el centenario, porque contemplamos la vida que continúa
de generación en generación. Y es una alegría para toda la Iglesia y
especialmente para la de Bolonia…”.
Entre estos nuevos dominicos se encuentra un
joven que tiene una historia muy especial. Es un joven sacerdote, hijo de sacerdote. Y ambos
han sido ordenados por el mismo obispo en apenas tres años.
Fray Pietro Zauli es uno de los tres nuevos
sacerdotes y durante estos años uno de sus referentes en el aspecto vocacional
ha sido Luca, su propio padre, diácono
permanente desde 1997 que enviudó en 2012 y que se convirtió en sacerdote
diocesano de Bolonia en 2018 una vez que sus hijos ya eran lo
suficientemente mayores.
Este joven sacerdote de 26 años nació en 1994 y
experimentó “un profundo
periodo de discernimiento vocacional” junto a un conocido dominico, el
padre Attilio Carpin, hasta que finalmente en 2015 dio el paso para
vestir el tradicional hábito blanco y negro de los dominicos.
“Para mí representa una coincidencia verdaderamente providencial recibir la
ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Zuppi porque es el mismo prelado
que consagró a mi padre sacerdote hace casi tres años”, explica al diario Avvenire,
propiedad de los obispos italianos.
Y sobre este día tan importante en su vida, el
ya padre Zauli aseguraba: “Dios
me da el sacerdocio de Cristo, no me atrevo a imaginar recibir un don mayor que
éste”.
Pero tras su ordenación, quizás 2018 sea el
otro grana año de este dominico, pero también para toda su familia. “El día
antes de mi cumpleaños, el 8 de septiembre de 2018, hice mi profesión solemne
como dominico con los votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia. Y una semana después, el 15 de
septiembre, mi padre recibió la ordenación sacerdotal”, explica fray Zauli.
Pero la cosa no quedó ahí puesto que su hermano Paolo también decidió
ingresar en la orden dominica. Fue el 22 de septiembre, una semana después
de la ordenación de su padre y dos de su profesión de votos perpetuos.
“El día
22 mi hermano Paolo, el
más joven de 'nuestra' tribu familiar, decidió que quería llevar el hábito de
los frailes dominicos, iniciando su noviciado en la Orden”, relata Fray
Zauli.
Y recuerda que su hermano Paolo “es el único de
los tres hermanos que ha tenido el privilegio de ser bautizado por mi padre Luca, que se ordenó diácono en
1997”.
“En mi familia todo esto es particularmente
brillante, porque la implicación es esencialmente la misma: estamos llamados al
mismo sacerdocio con mi padre y a la misma consagración religiosa con mi
hermano Paolo. Verdaderamente
la vocación de uno nunca es un evento solitario”, añade.
Estos frutos familiares no son casuales.
“Nuestros padres nos educaron en la fe y en seguir la voluntad de Dios. Gracias a ellos aprendí el valor
del catecismo y a leer en profundidad la Summa theologiae de
Santo Tomás de Aquino. Siempre he experimentado como un pequeño signo de la
Providencia la participación de mis padres en los años 80 en los estudios
teológicos y filosóficos realizados en Bolonia por el carismático fraile checo
y ahora siervo de Dios Tomáš Týn (1950-1990) aquí mismo en el convento de Santo
Domingo. Mi madre Gabriella, filósofa de formación, era entre otras cosas atea y provenía de una familia
anticlerical y comunista. Se convirtió profundizando la filosofía y la
teología cristianas, gracias al encuentro con unos sabios sacerdotes. La
conversión, cuando es cierta, es contagiosa. Incluso a través de esos estudios
llegó a mis padres el don de su conversión al catolicismo, su amor floreció y
los llevó al compromiso y por tanto al matrimonio”, añade el nuevo sacerdote.
J. Lozano
Fuente: ReL