Mari Paz Artolazábal, viuda de José Luis López de la Calle: «Me acuerdo mucho de la Virgen»
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Mari Paz Artolazábal. Dominio público |
De la Calle dejaba viuda y dos hijos. Y su
esposa, Mari Paz
Artolazábal con los años ha logrado perdonar a los asesinos de su marido y a los
responsables de tanto sufrimiento en su familia. Pero no lo ha logrado por sus
fuerzas sino por su fe en Dios, a la que se abrazó para poder superar este duro
acontecimiento.
En una entrevista con Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo en Alfa y Omega, esta valiente mujer que durante
años fue catequista en su
parroquia de Andoáin explica que siempre ha intentado estar presente
en la vida de la Iglesia, ya fuera en Acción Católica u otro grupo.
“En mi casa rezábamos el rosario todos los
días. Yo he recibido la fe de mis padres, y creo que nunca podré agradecérselo
lo suficiente”, cuenta Mari Paz. Y precisamente esta fe fue puesta a prueba
cuando encontró en el portal de su casa a su marido asesinado. “Mi vida han sido la fe y Dios, y
ha sido eso lo que me ha salvado durante todo estos años”, confiesa
José Luis López de la Calle también era una
persona que había recibido una gran influencia de la Iglesia pese a haber sido militante del Partido Comunista o
fundador de Comisiones Obreras y declarado antifranquista.
Su viuda le recuerda como “una buenísima
persona, un buen padre y un buen marido. No podía soportar ver una injusticia.
Siempre estaba preocupándose por el que menos tenía. Era socio de Cáritas y de otras ONG. No podía ver sufrir a la
gente y era muy generoso. Había recibido una educación religiosa en su
casa y eso se notaba”.
Tras el vil atentado de ETA contra su marido,
Mari Paz Artolazábal tenía dos opciones: rebelarse contra Dios o abrazarse a la
oración. Ella lo tuvo claro: “rebelarme
nunca, porque de lo que hagan los hombres no tiene culpa Dios. Él nos
ha dado libertad a todos. Yo nunca me rebelé. Eso sí, me costó rezar completo
el padrenuestro, sobre todo el momento del perdón”.
A día de hoy, esta viuda asegura que “ya lo
puedo rezar entero” porque confiesa que ya ha “perdonado”. Explica que les ha
ayudado “gente de Iglesia, sacerdote y otras personas, con charlas y demás.
Pero la ayuda sobre todo me vino de arriba. Eso lo tengo clarísimo. Dios es amor, y no somos nosotros
los que vamos a Él, es Él el que viene hacia nosotros. ¿Quién nos conoce mejor
que Él? Nadie”.
Es irremediable pensar en los asesinos de
José Luis, los dos terroristas que le asaltaron por la espalda, le dispararon y
luego le remataron. Esta mujer asegura que le dan “pena”. Según cuenta, echaron
“su vida por la boda, y no sólo la suya, también la nuestra”.
“Siempre
me acuerdo de Jesús de Nazaret, que iba perdonando, sanando y amando y que,
cuando estaba en la cruz, murió perdonando. Si quiero ser seguidora de Jesús, no
puedo hacer otra cosa que lo que hizo Él. Aunque soy consciente de que hacerlo
a veces no es fácil”, agrega con firmeza.
"Muchas veces me
he acordado de la Virgen"
Y evidentemente fácil no ha sido para ella.
En estos años afirma haber “llorado mucho” y para explicar cómo lo vivió cuenta
un ejemplo: “a mí me ha gustado siempre cantar. Es algo de familia; tengo
parientes que han sido compositores. Pero cada vez que iba a Misa, en cuanto
sonaba una canción, rompía a llorar. Lloraba y lloraba todo el rato. Muchas veces me he acordado de la
Virgen. En mis soledades la he tenido muy presente. Con todo lo que
pasó su Hijo, ¿cómo no iba a sufrir? Ponte en su lugar. Pero los creyentes
sabemos que en el Calvario no acabó la cosa. Al tercer día resucitó…”.
Dos décadas después del asesinato, Mari Paz
afirma que en su casa “no hay odio”. Incluso su hijo “llegó a hablar con un
miembro de ETA arrepentido, de otro comando, uno con el que yo también hablé.
Este hombre llegó a decirme que si pudiera volver años atrás, lo haría. La
gente debería tener otra oportunidad en la vida. Cuando al acabar la conversación mi hijo y él se dieron la mano,
di gracias a Dios”.
Por todo ello cree que el perdón “no sólo es
posible, sino que es necesario. Repito: es necesario perdonar. La paz interior
que sientes cuando perdonas… ¿Tú sabes lo que es? Eso es un tesoro. Me gustaría
que mi testimonio ayudase a la gente que no puede perdonar. Si a nosotros Dios nos perdona todo, ¿cómo no vamos
nosotros a perdonar?”.
ETA
ha dejado más de 800 muertos y miles de heridos a sus espaldas. Muchas vidas y
familias rotas ha provocado este grupo terrorista. Pero pese a todo el de Mari
Paz no es el único testimonio de víctimas que han logrado encontrar el consuelo
en Dios. Son muchos los casos, aunque en bastantes casos no han trascendido a
los medios de comunicación.
El perdón es un acto
"liberador"
Pocos meses antes del atentado contra De la
Calle fue asesinado en Durango el concejal del PP, Jesús María Pedrosa Urquiza. Recibió un único disparo en la
nuca mientas regresaba a casa tras asistir a misa.
Trece años después, su viuda Mari Carmen
Hernández, visitó
en prisión al asesino de su marido, le pudo perdonar e incluso le abrazó. "A mí lo que me mueve
es mi fe. Soy muy devota del Sagrado Corazón de Jesús. Pensé: ´Ese
chico ha sido muy malo. Si ahora quiere ser bueno, le tengo que ayudar´. Le
dije: ´Con esa carita, nadie diría que tienes el haber que tienes´. Gracias a
mi fe, el odio no está en mí. Puedo haber sentido rabia, impotencia, puedo
haberme hecho preguntas sin respuesta... Pero odiar, no", contaba en el
diario El Mundo.
Así, explicaba que su “lucha ha sido y es día
a día muy fuerte en lo referente a alcanzar una paz espiritual, porque la rabia sale sin querer y
las preguntas ahí están, sin respuesta".
"Cada día, cuando hago mi examen de
conciencia me pregunto si soy capaz de perdonar. Es muy difícil perdonar (sobre
todo sin que te lo pidan), pero me es necesario hacerlo. El perdón no es una
obligación, no es el olvido, no es una expresión de superioridad moral ni es
una renuncia al derecho. El
perdón es un acto liberador. Perdonar es ir más allá de la justicia. Esforzarnos
en plantear el perdón, en proponerlo y hablar de él es invitar a ser cada vez
más persona", agregaba.
La oración de Ortega
Lara
Otro que se abrazó a su fe fue José Antonio Ortega Lara, el
funcionario de prisiones que permaneció secuestrado en un zulo diminuto durante 532 días. Él mismo
confesó que la oración fue quien le mantuvo con vida tanto
durante su cautiverio como una vez que fue liberado.
“Mi
fe en Dios permaneció viva entonces, durante mi secuestro, y lo sigue estando
ahora; no se resquebrajó a pesar de la dura experiencia vivida, sino que pienso que
salió fortalecida, Confiaba y confío en Dios”, afirmaba para concluir que “sé
que nunca me abandonará y eso me reconforta y me ayuda a seguir viviendo”.
Irene
Villa y
su madre, víctimas de una bomba de ETA por la cual perdió las dos piernas
siendo niña, también han podido perdonar. Y lo explicaron en la película El
mayor regalo de Juan Manuel Cotelo.
"Mamá, lo tengo clarísimo", dijo
ella. "He nacido sin piernas". Era un volver a nacer y un vivir a
tope". María Jesús, la madre de Irene, admite que antes del atentado
ella pensaba: "Yo nunca perdonaría a quien hiciera daño a mi hija".
Pero después del atentado, dice, "será que Dios se mete dentro de ti, y ves que el odio o la
venganza no dan felicidad, y quieres que tu hija sea feliz, y así, zas, ¡te
perdono!". El padre de Irene tardó 20 años en perdonar y eso le
dañaba. Sólo lo hizo al nacer los nietos. No podía ver a Irene sin piernas. Por
eso, ellas dicen: el odio no hace feliz y el perdón sí.
“Gracias
al perdón no tengo el corazón amputado. La bomba sólo pudo con mis piernas”, afirmaba Irene
Villa.
Fuente:
ReL