¿CÓMO TRATAS A JESÚS DURANTE LA COMUNIÓN?

Recibir la Eucaristía es recibir al mismo Cristo, el Hijo de Dios vivo. No es un recuerdo suyo. Su presencia es real, verdadera

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“¿Has pensado en alguna ocasión cómo te prepararías para recibir al Señor, si se pudiera comulgar una sola vez en la vida?”

San Josemaría Escrivá

Somos católicos y lo sabemos, pero no está de más decirlo, ¿por qué es tan importante para nosotros los católicos la santa Misa y la manera cómo tratamos a Jesús en la comunión? 

Debes escuchar las palabras que pronunció Jesús y que los católicos creemos. Esto lo relata san Mateo:

“Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: ‘Tomad, comed: esto es mi cuerpo’. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: ‘Bebed todos; porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados’”.

26, 26-28

“Cuando el sacerdote ofrece a Jesús en el altar todas las personas deberían doblar las rodillas y rendir al Señor, al Dios vivo y verdadero, alabanza, gloria y devoción”, reflexionaba san Francisco de Asís.

Un emocionante testimonio de un sacerdote novel

Tengo un amigo sacerdote que me envió hace algunos años este testimonio bellísimo. Te lo comparto:

“Después de la ceremonia de nuestra ordenación sacerdotal y tener por primera vez a Dios en nuestras manos un amigo mío recién ordenado se miró las manos y se dijo a sí mismo en voz baja que yo le oí: “Parece mentira, parece mentira, tener a Dios en mis manos”.

Recuerdo haber leído las palabras de una santa que conmovida aseguraba:

“Si tuviese que atravesar un mar de fuego para ir a la Eucaristía diaria y poder recibir a nuestro Salvador, lo haría con indecible gusto”.

Cuidado y fervor

Recibir la comunión es recibir al mismo Cristo, el Hijo de Dios vivo. No es un recuerdo suyo. Su presencia es real, verdadera.

Por eso debemos tener tanto cuidado al recibir la hostia santa, y comulgar con fervor, conscientes de ante quién estamos.

Suelo ir a misa por las mañanas con mi esposa Vida. A la vuelta de mi casa tenemos una iglesia bellísima.

Me siento impactado en cada misa, sabiendo lo que ocurre ante mis ojos. Me gusta repetirle a Jesús una y otra vez que le quiero.

Soy muy cuidadoso al momento de la comunión.

Apenas ayer, el sacerdote depositó la santa Hostia sobre mi mano. Al comulgar vi con claridad varios fragmentos blancos, muy pequeños, pero visibles, quedaron sobre la palma de mi mano. Estaba consciente que cada uno era Jesús VIVO. Con gran fervor, orando, tomé cada diminuto fragmento en santa comunión.

Hay una joven que me conmueve en cada Eucaristía. Siento como si Jesús me dijera: “Observa Claudio lo que va a ocurrir”.

Durante la comunión ella se arrodilla, extiende sus manos para recibir a nuestro Señor. Tiene un pequeño corporal blanco sobre la mano, donde el sacerdote deposita la hostia santa. Acerca su lengua y así recibe la hostia sin tocarla con sus manos. Se levanta con la mirada en el suelo y regresa a su banca, seguramente con el corazón en el cielo.

¡Qué belleza!

¡Dios te bendiga!

Claudio de Castro

Fuente: Aleteia