El cardenal agregó que la pandemia de coronavirus ha resaltado la brevedad de la vida y la urgencia de reconciliarse con Dios y el prójimo
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Cardenal Stanislaw Dziwisz / Crédito: Mazur/episkopat.pl |
Personas
de todo el mundo siguen obteniendo una “fuente de consuelo”, en medio de la
pandemia del COVID-19, al recordar cómo San Juan Pablo II enfrentó sus últimos
días, afirma el Cardenal Stanislaw Dziwisz, quien fuera su secretario personal
por más de 40 años.
El 2 de abril,
en el 16 aniversario de la muerte de Juan Pablo II, el Cardenal Dziwisz recordó
que esta fecha se celebra en medio de una pandemia que se ha cobrado más de
2.800.000 vidas en todo el mundo.
El cardenal
polaco, de 81 años, dijo que las últimas semanas del pontificado de 27 años de
San Juan Pablo II ofrecieron un mensaje de solidaridad interpersonal.
“La lección que
Juan Pablo II dio al mundo cuando partía hacia la casa del Padre puede ser
fuente de consuelo para quienes están desesperados por la muerte de sus seres
queridos, así como para quienes temen por su salud y seguridad”, dijo el
Arzobispo emérito Cracovia a la Agencia de Prensa Polaca (PAP).
Al recordar la
muerte de Juan Pablo II a la edad de 84 años el 2 de abril de 2005, el Purpurado
dijo: “Fue un momento humanamente triste y doloroso, pero al mismo tiempo lleno
de algo de luz”.
Señaló que
después del último suspiro del Papa, los presentes cantaron el “Te
Deum” en acción de gracias por la vida de Juan Pablo II, en lugar de
recitar la oración a las almas del purgatorio.
El Cardenal
Dziwisz dijo que el Papa aceptó sus últimos años de enfermedad y su muerte
inminente “con humildad e incluso con cierta serenidad”.
“Su humildad
también se manifestó en el hecho de que no evitaba las cámaras, los encuentros
con la gente, aunque sabía que podían ver su debilidad e incluso su desamparo
físico. Fue valiente mostrar su sufrimiento al mundo. Creo que ayudó
a muchas personas enfermas y moribundas por dolencias corporales y
espirituales”, comentó.
El cardenal
dijo que las Estaciones de la Cruz eran una parte importante de la
espiritualidad de Juan Pablo II.
Al describir al
Papa como un hombre de la cruz, el Purpurado dijo: “Fui testigo diario de este
camino de la cruz, de su servicio, de su valentía, de su total entrega a Jesús
y a su Madre”.
El cardenal
agregó que la pandemia de coronavirus ha resaltado la brevedad de la vida y la
urgencia de reconciliarse con Dios y el prójimo.
“Para un
encuentro con el Señor misericordioso hay que estar preparado en cualquier
momento. Esto también nos lo dejó claro la pandemia, porque muchos no solo
no lograron despedirse de sus seres queridos, sino que también se fueron con el
peso muerto del dolor que no lograron perdonar”, dijo.
San Juan Pablo
II murió la víspera del Domingo de la Divina Misericordia, fiesta que él mismo
estableció. La fiesta está precedida por una novena
que comienza el Viernes Santo.
El Domingo de
la Divina Misericordia tiene sus raíces en las apariciones de Jesús a Santa
Faustina Kowalska, una religiosa polaca que registró sus conversaciones con
Cristo en forma de diario.
Al predicar en
la canonización de Santa Faustina el 30 de abril de 2000, Juan Pablo II dijo:
¿Qué nos depararán los próximos años? ¿Cómo será el futuro del hombre en la
tierra? No podemos saberlo. Sin embargo, es cierto que, además de los nuevos
progresos, no faltarán, por desgracia, experiencias dolorosas.”.
“Pero la luz de
la misericordia divina, que el Señor quiso volver a entregar al mundo mediante
el carisma de sor Faustina, iluminará el camino de los hombres del tercer
milenio”, dijo en aquella ocasión.
Traducido y
adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
Fuente: ACI
Prensa