Se llama Alicia Vacas Moro y es enfermera al tiempo que provincial de las Hermanas Misioneras Combonianas en Oriente Medio. Estados Unidos la ha premiado como Mujer de Coraje
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Su trayectoria podría resumirse en una expresión muy de andar por
casa: “sirve para un barrido y para un fregado”. Y es que la hermana Alicia Vacas lleva a sus espaldas muchos kilómetros, muchos enfermos
atendidos a pie de cama y muchas lágrimas enjugadas.
Es de origen español (nació en Valladolid en 1972) pero la tierra
que pisa desde hace unos años es Oriente Medio. Allí es la
provincial (coordinadora) de las Hermanas Misioneras
Combonianas, una
orden religiosa que trata de llevar a Dios a un territorio a veces hostil para
sus obreros.
Enfermos pobres en Egipto
Alicia Vacas estuvo ocho años al frente de un hospital en Egipto,
atendiendo a
diario 150 pacientes que no disponían de recursos económicos.
Primero fue cerca de Luxor y posteriormente a las afueras de El Cairo.
Luego su orden le encargó que se trasladara a Betania,
para ayudar a la comunidad beduina, en particular a mujeres y
niños. Allí puso en marcha guarderías para dar educación a los
pequeños. La casa de acogida está afectada por el muro que
separa a judíos de palestinos, pero eso no ha frenado su tarea.
Cuidó a monjas con COVID-19 en Italia
Con la pandemia, su trabajo dio un giro importante. Cuando el
norte de Italia crecía exponencialmente en casos de COVID-19,
se la requirió -es enfermera- para atender a monjas que se habían contagiado.
La hermana Alicia, como en las anteriores ocasiones, era consciente del peligro
-esta vez de contagio- pero decidió ir adelante y ayudar donde se le pedía que
lo hiciera.
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Este año, el departamento de Estado de Estados Unidos le
otorgó el premio
Internacional a las Mujeres de Coraje (International Women
of Courage, IWOC)
junto a otras 13 mujeres de todo el mundo.
La entrega del galardón corrió a cargo de la primera dama
estadounidense,
Jill Biden, y el secretario de Estado, Antony
Blinken.
El acto fue vía online, pero la hermana
Alicia dejó un mensaje imborrable: “Mi vida -dijo- no es diferente a la de
mis hermanas combonianas y a las de tantas otras mujeres”. Y
haciendo referencia al papel de las religiosas, explicó: “Estamos
llamadas a defender la vida”, “siempre en las fronteras”,
donde la vida está más “amenazada, suprimida y marginada”.
Sabe bien de qué habla porque en Oriente Medio coordina la labor
de 40 hermanas combonianas.
Mujeres que dan vida y esperanza al mundo
«He conocido a muchas mujeres de coraje entre las refugiadas y las
beduinas y, ¿cómo puedo recibir yo este premio? Hay un dicho africano que dice:
‘Yo soy porque nosotros somos’. Así que yo estoy aquí para honrar a todas
aquellas mujeres coraje que dan vida y esperanza al mundo con humildad y
honestidad”.
“Querría hacer de puente -añadió- y pasar este premio a todas mis
hermanas combonianas, a todas las religiosas y a todas las
mujeres valientes y determinadas que nos hemos encontrado en nuestras vidas”.
Cuando le preguntan qué es el coraje, la hermana Alicia responde:
“Me parece que el coraje es simplemente amor en movimiento, amor
en acción. En nuestro caso lo que nos lleva a hacer cosas que
para otra gente son extraordinarias es la pasión que llevamos dentro por la vida
y por la gente necesitada”.
Qué es ser misionera
¿Y qué es ser misionera en lugares donde los cristianos son
minoría? La hermana Alicia lo resume en esta actitud: “Es un
ejercicio de adaptación que exige esfuerzo y escucha, y que te
lleva a despojarte de prejuicios y aprender a vivir de otra manera. Al final te
encuentras con una riqueza cultural y humana enorme”.
Dolors Massot
Fuente: Aleteia