El momento exacto
Todos los años, a mediados del
verano, me dedico a defoliar a mi bonsai (quitarle las hojas). En principio tal
proceso no tendría que suponer ningún problema: en las últimas semanas del
verano el bonsai echa brotes nuevos y tiene tiempo de sobra para prepararse
para el invierno. Salvo si el arbolito en cuestión está en mis manos... o, más
exactamente... en mi agenda.
Lo reconozco: el verano pasado no
encontraba momento para defoliarle. Los días se me fueron pasando y, cuando me
quise dar cuenta, ¡casi llegaba el otoño!
A toda prisa me lancé a “podar”,
pero, claro, ya el pobre árbol no tuvo tiempo más que de echar un par de
miserables hojitas. Por un tiempo pensé que lo perdería, de raquítico que se me
quedó... Y ahí ha estado, hecho una calamidad, todo el invierno...
Pero, ahora que la primavera se
asoma tímidamente, ¡¡mi arbolito está feliz!! Ha echado más brotes que nunca,
en un par de días, ¡¡se va a poner precioso!! Siento como si hubiese estado en
silencio, aguardando las circunstancias correctas, esperando pacientemente...
¡pero deseando que llegara su momento!
De pronto me he dado cuenta de
que Cristo actúa exactamente igual. Él mismo compara el Reino de los Cielos con
una semilla. La semilla es la viva imagen de la espera silenciosa. Parece
impotente, pero solo está esperando el momento adecuado, ¡y brota!
Del mismo modo, Cristo tiene mil
sorpresas maravillosas preparadas para ti. Llama a tu puerta, pero no te
forzará. Eso sí, ¡Él no sabe rendirse, nunca te abandonará! Esperará
pacientemente a que quieras abrirle. Tal vez un encuentro inesperado, un cambio
en tus circunstancias... cualquier situación puede ser motivo para que te abras
a Él de una forma nueva. Y ten por seguro que, con Cristo, llega la primavera,
¡y verás que tu vida florece!
Hoy el reto del amor es ser
paciente. ¡En primer lugar, contigo! Cristo sabe esperarnos, Él se adapta a
nuestro ritmo y nos respeta hasta el punto de permitir que vayamos viendo las
cosas poco a poco... ¡¡esperar es una forma muy bella de amar!! Así pues, te
invito a que hoy acojas a esa persona que tienes junto a ti, como está, sin
querer cambiarla. Permanece a su lado, ¡sabiendo que un día, tanto para ti como
para ella, llegará la primavera! Porque con Cristo, lo mejor siempre está por
llegar... ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma