Más allá de la apariencia
Israel me había
dejado preparada la máquina láser; yo solo tenía que ir poniendo las medallas y
darle al botón correspondiente para grabarlas. Hasta ahí, parecía pan comido.
Así que nada, me puse en la silla y... ¡¡zzzzsssss!!
En un instante
el láser grabó la primera medalla. Pero admito que no podía dar palmas.
Miré la medalla
acabada que tenía modelo. La mía no se parecía en nada: los bordes estaban
difusos, los detalles se perdían...
“Igual es que
la máquina está calentando...”, me dije mientras metía una segunda medalla.
¿Resultado?
Igual de terrible. Inmediatamente cogí el teléfono para llamar a la sala de
abajo...
-¡¡Israeeeeel!!
-gimoteé en cuanto me cogió- ¡¡Estoy chamuscando las medallas!!
-¿Cómo vas a
chamuscarlas, si son de acero? -contestó divertida.
-El dibujo sale
horrible, como quemado...
-¿Y has probado
a frotarlo al acabar? -me dijo con toda la paz del mundo.
No, lo cierto
es que no... Así que cogí una de mis medallas, la froté... ¡¡y quedó perfecta!!
Resulta que al grabarse se “ensucia”, ¡y eso era lo que estropeaba el dibujo!
Terminé la
mañana con los dedos negros, ¡pero descubriendo al Señor en todo esto!
Sí, pues Él
conoce de sobra la imagen que cada uno llevamos grabada en nuestra medalla. Se
trata de un diseño único, una obra de arte dibujada por Él. Y Cristo sabe que
es realmente bella.
Sin embargo, el
día a día, como el láser, nos va “manchando”, difuminando los bordes de ese
dibujo. Alguien no entendido podría pensar, como me sucedió a mí, que estamos
“chamuscados” y sin arreglo...
Pero Cristo
nunca piensa eso. Él sabe la maravilla que grabó en nuestro corazón. Y no tiene
problema en “mancharse las manos”, tomar toda la suciedad de nuestra medalla y
cargar con ella hasta la Cruz, para que en nosotros vuelva a verse el dibujo
que Él marcó en todo su esplendor.
Hoy el reto del
amor es mancharte las manos... ¡pero no de cualquier manera! Antes de empezar
el día, te invito a que dediques unos minutos a Cristo, que le muestres tu
medalla tal y como está: ¿abollada, rayada, sucia? ¡Él no se asustará! Deja que
te tome en Sus manos, te limpie, te abrace, ¡te ame! Y hoy, cuando encuentres
“una medalla chamuscada”... pídele a Cristo poder ser Sus manos para
“frotarla”, para tomar la pena o preocupación o enfado de esa persona... ¡y,
con tu cariño, ayudarle a sacar brillo a su dibujo! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma