El Papa acelera operación transparencia. La crisis global provocada por la pandemia azota con vientos huracanados también la barca de Pedro
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Jose HERNANDEZ Camera 51 | Shutterstock |
Jorge Mario Bergoglio ha cumplido su octavo año de
pontificado. El 266 Sucesor de Pedro es consciente que deberá agarrar fuerte el
timón de la barca eclesial para acelerar su operación ‘trasparencia’ en medio
de la crisis financiera internacional que azota las cuentas vaticanas.
En 2020 los gastos de personal subieron un 2% y pesan en más del
50% del presupuesto anual. En este contexto, Francisco desea proteger el empleo
y los salarios del pequeño Estado pontificio. Lo prometió a sus empleados en
Navidad. Así, que no sufrirán despidos y sus familia pueden ‘dormir
tranquilos’.
Valores y pragmatismo económico son los puntos inflexibles de la
maniobra económica solicitada por el Papa en estos tiempos de dificultad a
causa de la pandemia. El pasado 16 de febrero, el Obispo de Roma aprobó el
presupuesto de la Santa Sede para 2021 elaborado por la Secretaría de Economía
y aprobado por el Consejo de Economía.
La previsión es de un déficit de casi 50 millones de euros, pero
habría sido de 80 si no hubiera existido el Óbolo de San
Pedro.
El jesuita Juan Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría
para la Economía, es el responsable de dar cuenta a los fieles del mundo de
cómo se utilizan los recursos donados al servicio de la misión universal del
Sucesor de Pedro, incluido el Óbolo.
«Los gastos presupuestados para 2021 son los más bajos de la
historia reciente de la Santa Sede, pero el ahorro se ha realizado sin
disminuir el servicio a la misión del Papa y defendiendo los salarios y los
puestos de trabajo de los empleados. Necesitamos el apoyo de los fieles», dijo
Guterres Alves a Vatican News.
Crisis por la pandemia
«La crisis provocada por la pandemia es la causa de este
presupuesto restrictivo, en el que los ingresos previstos son muy inferiores a
los de 2019, el último año sin pandemia. Entonces los ingresos fueron de 307
millones de euros y para este año esperamos un 30% menos, 213 millones»,
explicó el economista.
El objetivo es mantener viva la misión de la Santa Sede. «La
reducción total de gastos prevista es del 8%. Si excluimos los gastos de
personal, que no hemos reducido porque la protección de los puestos de trabajo
y los salarios ha sido una prioridad, la reducción sería del 15%».
Los mayores gastos siguen siendo siempre los sueldos a pagar por
el aparato administrativo, un apartado que crece con el tiempo debido a la
devaluación de la moneda y la inflación, aunque el papa Francisco ha asegurado
en repetidas ocasiones que los gastos de personal no varían y la protección de
los puestos de trabajo está garantizada a pesar de las dificultades de la
pandemia.
Reducción de gastos
El jesuita sostuvo que Las medidas adoptadas para 2020 fueron:
reducir drásticamente el coste de las asesorías (en 1,5 millones); cancelar
todos los actos previstos para 2020, incluidas las visitas ad limina, las
Asambleas Plenarias, las Conferencias, los Congresos y actos similares (menos
1,3 millones); limitar radicalmente todos los viajes (menos 3 millones);
suspender las compras de mobiliario previstas (menos 0,9 millones); bloquear y
reprogramar las obras no urgentes o aplazables de renovación de edificios (4,8
millones), nunciaturas.
El experto explicó que la iglesia no es una ONG o una empresa,
pues no se obtienen beneficios económicos de su actividad. «Ni siquiera somos
un Estado como los demás». La Santa Sede presta un servicio que
«inevitablemente genera costes, cubiertos sobre todo por donaciones».
También cuenta con un patrimonio que cubre sus gastos
estructurales y ayuda un poco a su misión. Este año, los ingresos han bajado.
Si fuéramos una empresa o una ONG habríamos reducido los servicios y
reestructurado nuestro personal. Si fuéramos un Estado como cualquier otro,
habríamos aumentado nuestra deuda y tomado medidas fiscales. En nuestro caso,
si no llegan donaciones, además de ahorrar todo lo posible, sólo podemos
utilizar las reservas».
La donación al Óbolo.
Los 47 millones de euros presupuestados del Óbolo «se utilizarán
para apoyar la misión del Santo Padre, ya sea en forma de ayuda a personas o
comunidades, o como contribuciones a los dicasterios que colaboran con la
misión del Papa». Guterres Alves agradeció «la generosidad de los fieles en
este año tan difícil: en medio de las dificultades de este tiempo de pandemia»,
además por creer en la misión de la Iglesia».
«Somos los primeros que tenemos que demostrar que la moral social
de la Iglesia y los criterios morales que defendemos, funcionan y son válidos.
Se suele decir que, en la gestión de sus recursos, la Iglesia debe adaptarse a
los criterios internacionales…. Debemos aspirar a convertirnos en un modelo de
referencia internacional.»
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia