El mensaje de las luces
Aunque cada día se va notando que
anochece más tarde, si sales a la huerta a última hora, todavía está oscuro.
Eso me sucedió ayer. Había bajado
a tirar la basura, y decidí volver dando un rodeo por la huerta. A lo lejos, en
la oscuridad de la noche, pude ver las luces encendidas a través de las
ventanas del Monasterio.
¡Era muy divertido! ¡Podía
adivinar mucho por las luces! Había monjas que estaban en sus celdas, la
hermana cocinera estaba haciendo la cena...
Y así recordé una historia (real)
que me contaron hace tiempo:
Resulta que un joven, en medio de
una discusión, se marchó de casa, asegurando que no volvería nunca. Agotó el dinero
que se llevó, y pasó unos meses horribles mendigando.
Finalmente, hizo llegar un
mensaje a sus padres. Les dijo que entendía que no le perdonasen... pero que le
gustaría volver a casa. Esa noche iba a estar en el barrio y haría lo
siguiente: si veía la ventana de su habitación con la luz encendida, sabría que
le daban otra oportunidad. Si estaba apagada, lo entendería y se marcharía.
De pronto pensé: ¿y qué hubiera
hecho el Señor en el lugar de esos padres? Bueno, no es “qué haría”, ¡sino que
cada noche lo hace!
Sí, pues hay a quien le gusta
hablar de las estrellas como “ventanas del cielo”. Visto así, ¡¡Cristo cada
noche enciende millones de luces solo para decirte que te espera!! Incluso
enciende estrellas que no se ven a simple vista... No solo es amor, es amor
“sobreabundante”.
Es impresionante saber que Cristo
te ama así. No hay nada que puedas hacer para que Él te ame menos. Por muchos
errores que cometas, Él cada noche vuelve a encender mil estrellas... esperando
que vuelvas.
Hoy el reto del amor es mirar por
la ventana cuando haya oscurecido. Te invito a que, la luz de tu ciudad, de las
casas vecinas, ¡o de las estrellas!, sean para ti hoy un recuerdo de que
Cristo, pase lo que pase, siempre te espera. ¡Su amor por ti no cambia! ¡Feliz
día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma