Asamblea Plenaria de los obispos de noviembre 2020 |
Dada
la peculiaridad de que la diócesis de Valladolid cuenta con un obispo auxiliar,
que además es Secretario General de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis
Argüello, constantemente se ha especulado con que el sustituto de Blázquez
sería Argüello, quien de hecho ya llevaba las riendas de la diócesis desde hace
tiempo.
Sin embargo, los nuevos vientos de Roma, que
está siendo procesados por la Nunciatura en Madrid, apuntan a que la estrategia
es dejar colocados a los de la generación “intermedia”, es decir la generación
posterior a la que gobierna en la actualidad.
Los cardenales Omella y Osoro han insistido en Roma en que se
coloquen en “vías intermedias” a los obispos de
edad media, con cierto rodaje pastoral, elegidos por sus
hermanos para ocupar cargos en la Conferencia Episcopal. Un diseño que también
podría servir para ganar tiempo a la espera de lo que ocurra en un futuro.
Este nuevo mapa comenzó a cristalizar con el nombramiento de
monseñor Mario Iceta como
arzobispo de Burgos y con monseñor Carlos Escribano como
arzobispo de Zaragoza.
Y ahora podría continuar con la designación del obispo de Getafe, monseñor Ginés Ramón García Beltrán,
miembro del Ejecutivo de la Conferencia, como arzobispo de Valladolid. Un
cambio que sería una sorpresa dado que monseñor García Beltrán era un firme
candidato a suceder al cardenal Osoro en Madrid y monseñor Argüello al cardenal
Blázquez. Es cierto que si monseñor Argüello fuera nombrado arzobispo de
Valladolid acabaría teniendo que dejar la Secretaría General, puesto en el que
está jugando un papel relevante.
El siguiente paso, en lo referido a sedes metropolitanas, serán los
nombramientos de Sevilla –sobre la que hay criterios dispares respecto al
sustituto de monseñor
Asenjo-, Granada y Santiago de Compostela, diócesis a las
que también podría ir obispos que forman parte de la Permanente de la
Conferencia Episcopal.
Este cambio
en la política de nombramientos provoca una serie de preguntas. La primera
sobre el futuro de Madrid y Barcelona. Para el caso de la capital de España, un
proceso que se complica y que no se produciría hasta que no se aclaren algunos
temas, supondría que se alargaría en el tiempo. En el de Barcelona parece que
se iniciará cuando el cardenal Omella deje la presidencia de la Conferencia
Episcopal Española.
Teniendo en cuenta los perfiles de los nuevos obispos que están
siendo nombrados, no se descarta que en un futuro también aterricen en España
candidatos procedentes de Roma.
Fuente: ReligionConfidencial