Grupo de niños huérfanos acogidos en la misión de Juanjo Aguirre.
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Los comicios no han podido celebrarse en buena parte del país, bajo control rebelde y en medio de una ofensiva que intenta conquistar la capital, Bangui, defendida por el momento por el Ejército, las fuerzas de paz de la ONU y refuerzos rusos y ruandeses.
“Sí,
Bangassou ha caído en manos de los rebeldes", declaró monseñor Aguirre a Fides,
"muchos de los cuales son mercenarios y personas de Níger. Ha sido una
mañana agitada, con artillería pesada desde las cinco de la mañana que ha
causado unas treinta
personas fallecidas o heridas” en una ciudad que tiene una población en
torno a 35.000 personas.
Él
mismo tuvo que proteger a un grupo de niños huérfanos: "Si se les mira a los ojos se ve que
no saben nada de rebeldes, mercenarios, luchas por el poder... Solo escuchan
los disparos y explosiones. Y tienen mucho miedo. Hay muchos niños heridos por
balas perdidas, niños que huyen al Congo para escapar de la violencia”".
El
obispo teme ahora “la fuerte agresividad de estos mercenarios que solo buscan minerales y riquezas"
y que causen "ataques y saqueos". La explotación de las minas de
diamantes y de oro y la tala de madera valiosa tiene mucho que ver con el
conflicto centroafricano. El gobierno otorga muy pocas licencias de explotación
siguiendo el cauce legal, y protege a las empresas concesionarias, en su mayor
parte chinas, rusas, libanesas y surafricanas.
Por
su parte, la diócesis de Bangassou tiene en marcha numerosos proyectos de reconstrucción que
podrían verse amenazados.
Pero
lo que más inquieta al obispo es la omnipresente violencia: "Hay muchos
traumas que necesitan ser sanados. El Cristo sufriente está detrás de cada shock postraumático...
Para la Iglesia, la población sigue ahí, los pobres no se han movido ni el
Cristo que habita en ellos, la comunidad cristiana seguirá creciendo y nosotros
con ella”.
Monseñor
Aguirre pide oraciones ante esta situación, así como ayuda económica, que puede
canalizarse a través de la Fundación Bangassou.