«A VECES NOS PASAMOS DE TÉCNICOS Y LO QUE NECESITA EL PACIENTE ES, SOBRE TODO, UN ABRAZO»

Marian Farmawi explica sus sentimientos acompañando a su madre en sus últimos días en un centro con cuidados paliativos avanzados en Madrid


Marian Farmawi. Dominio público
La iniciativa Vividores, que recoge testimonios de personas en la cercanía de la enfermedad grave o de la muerte, recogió el testimonio de María de los Ángeles Farmawi, madrileña de 39 años, casada, con una niña, enfermera... y cuidadora de su madre de 72 años en sus últimos meses, que tiene cáncer de páncreas muy extendido. La visita en un centro de cuidados paliativos avanzados. 

Esta enfermera del Hospital de Alcorcón estuvo "al pie del cañón" en la crisis del ébola, después con el coronavirus... y en cierto momento se encontró con que a su madre le auguraban unos dos meses de vida, "60 días, 1.500 horas".

Vividores la entrevistó en verano, recogiendo su experiencia al visitar cada día a su madre en el Hospital de Cuidados Paliativos Laguna.

Lo que más llena, el trato humano


Como enfermera ha aprendido que "muchas veces te llena más un 'gracias' del paciente, una sonrisa de la familia, una mano en el hombro, que otras cosas más tangibles. Cuando mi abuelo murió, venía una psicóloga a hablar con mi madre. Hablaba de una manera muy técnica y mi madre no quiso continuar hablando con ella. En cambio, vino una enfermera y lo único que hizo fue darle un abrazo. Muchas veces nos pasamos de tan técnicos, cuando realmente lo que necesitan los pacientes o los familiares es un abrazo".


Marian Farmawi cree que "la humanización en los hospitales es muy importante. Da igual que sea un psicólogo, una enfermera o un auxiliar; se necesita una persona a quien le importe humanamente y que te diga «¿qué tal estás?» o te traiga una botella de agua en un momento delicado, es decir, símbolos como diciendo «sé que lo estás pasando mal»".


Cuando supo que su madre tenía un cáncer que no se puede solucionar, y viendo que su padre no podría cuidarla en casa, descubrió el hospital de paliativos de La Laguna.


"Todos los viajes que hago de casa al hospital los hago llorando, pero no lo llevo mal. Probablemente, porque soy el apoyo de mi padre", admite.


Aprovechar el tiempo, con amor


Se acercan las últimas semanas, días... "Casi no podemos hablar. Pero intento disfrutar con ella en todos los momentos. Juego con ella, la pellizco, la muerdo. Disfruto de ella. El venir a este hospital me ha dado una segunda oportunidad, aunque sea corta, de disfrutar de mi madre. En el otro hospital carecían de cuidados paliativos y la tenían dormida. Aquí nos prometieron despertarla y darle una buena calidad de vida. Yo no me lo creía, pero a los pocos días mi madre se reía y hablaba", explica.


Más aún, "me dieron la opción de traer a mi hija y lo hago siempre que puedo. Se ha convertido en el motor de mi madre, ve a mi hija y es una explosión de sentimientos. Lo estoy viviendo como algo bonito, es una segunda oportunidad de disfrutar de mi madre sabiendo que te queda poco. Pero sé que el poco tiempo que me queda con ella está disfrutando de una buena calidad de vida".


¿Y la enferma, cómo lo lleva? "Ella ya no está en este mundo. Decimos que está en un globo, pero contenta, está a gusto. No está enfadada por estar en el hospital, la tratan muy bien. Es católica practicante y en estos momentos tener un apoyo espiritual ayuda. Veo a mi madre muy contenta cuando viene el cura a hablar con ella, cuando comulga", explica su hija.


Disfrutar de los seres queridos


La enseñanza de María Ángeles es "que hay que disfrutar de la vida y de nuestros padres, aunque sea en un hospital de cuidados paliativos. Existe la oportunidad de disfrutar de nuestros seres queridos, aunque les queden pocos meses de vida". Y añade: "Vengo aquí y me da vida. Suena mal, pero disfruto con ella".


Vividores saca una enseñanza de este testimonio: "Tenemos que aprender a vivir cada día como si fuera el último y tratar a la persona que tenemos al lado como si fuera la última vez que la vamos a ver".

El testimonio de María Ángeles Farmawi

Fuente: ReL