“¡Me enamoré del mensaje de la Divina Misericordia y comencé a darme cuenta de que Dios me ama!
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Cuadro de la Divina Misericordia / Crédito: Alexey Gotovskiy - ACI Prensa |
Cuando Thatcher era un médico joven trabajó día y noche para
mejorar la salud de sus pacientes. Gracias a su diligente esfuerzo logró tener
una gran solvencia económica, pero estaba luchando contra un problema interior.
En una entrevista a National
Catholic Register, el médico indicó que a “finales de los 80 y
principios de los 90, era un gastroenterólogo muy exitoso”, pero faltaba un
componente espiritual en su trabajo.
La intensa vida laboral y el estrés que experimentaba Thatcher
estaba dañando dos ámbitos, la fe y la familia. Pero las cosas empezaron a
mejorar luego de un viaje a Ciudad de México.
“Estaba luchando interiormente y me di cuenta de que tenía que
haber más en la vida de lo que estaba haciendo. De hecho, me estaba muriendo
por dentro”, indicó.
El médico señaló que Dios le dio una segunda oportunidad, y fue
junto a la ayuda de la Virgen que, en 1991, durante un viaje por una
conferencia médica, vivió una experiencia que lo devuelve al camino de fe en la
Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
“Fuera de la basílica noté cómo toda la gente pobre, sencilla y
sin educación parecía tan feliz. No tenían ropa elegante, comida ni
automóviles, pero estaban muy felices mientras interactuaban entre ellos. El
fuerte contraste con mi propia vida, que incluía ropa elegante, comida y autos,
pero que no era satisfactoria, realmente me impactó”, indicó.
Thatcher señaló que se quedó allí, “un gringo adinerado entre esa
gente pobre pero feliz”, y empezó a llorar, al ver a todas esas personas
“llenas de alegría que estaban unidas en sencillez”, mientras él atravesaba por
graves problemas matrimoniales.
“Quedó muy claro que tenía que cambiar mi vida, pero no estaba muy
seguro de cómo hacerlo”, señaló.
En 1992, durante la lectura del diario de Santa Faustina “Divina
Misericordia en Mi Alma”, comprendió que somos valiosos “a los ojos de Dios, no
por atributos mundanos, sino porque fuimos hechos a su imagen y semejanza”.
“¡Me enamoré del mensaje de la Divina Misericordia y comencé a
darme cuenta de que Dios me ama! No por la persona que pensé que necesitaba
ser, sino por mí, por quien soy a los ojos de Dios”, indicó.
El médico señaló que al estar llenos del amor de Dios “no podemos
contenerlo y queremos compartirlo con los demás”, por lo que decidió crear el
apostolado laico “Apóstoles Eucarísticos de la Divina Misericordia” (EADM),
grupo bajo la guía de los Marianos de la Inmaculada.
EADM es un apostolado que ofrece “seminarios y un programa de estudio
guiado para comunidades de oración que incluye el estudio de la Sagrada
Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica y el Diario de Santa Faustina”.
Promovemos “la Adoración Eucarística, junto con la oración cada
hora de la Coronilla de la Divina Misericordia por los enfermos y moribundos”,
indica el
apostolado en su sitio web. Ofrecemos “muchas otras obras de
misericordia, incluidos envíos de materiales médicos y educativos a los pobres
de todo el mundo y ministerios en prisiones”, agrega.
Thatcher animó a rezar la Coronilla de la Divina Misericordia por
los enfermos graves y señaló que “estar presente para las personas es una
bendición adicional y otra maravillosa obra de misericordia”.
“Hubo tantas oportunidades perdidas para ayudar espiritualmente a
los moribundos cuando practicaba la medicina, pero me consuela saber que mis
oraciones” los ayudan ahora, agregó.
El médico resaltó que como doctores es muy importante “poner un
énfasis católico en nuestro trabajo”, que es incluso “más importante que el
tratamiento físico que damos”.
“Los pacientes no son cuerpos con un montón de partes para
estudiar, para jugar; los pacientes tienen mente, cuerpo y alma, y fueron
creados para estar con Dios y alabarlo en el cielo por la eternidad”, añadió.
Thatcher resaltó que si pudiera volver a sus tiempos como médico
le hubiera gustado ser más como San Giuseppe Moscati, un médico de finales del
siglo XIX y principios del XX, quién “realizó las obras de misericordia
corporales y espirituales, mostrando cómo debería ser un trabajador de salud
ideal”.
La fe del médico ha ido creciendo a través de los años y ha
experimentado otros episodios donde ha sentido la presencia de Dios en su vida.
En noviembre de 1996, uno de sus hijos, John Paul, de entonces 15
meses, atravesó una experiencia cercana a la muerte cuando lo encontraron
flotando en la piscina de la casa.
“Recibí una llamada de mi hijo mayor, Bryan, de 11 años, quien me
dijo que John Paul se había ahogado. Lo habían encontrado flotando, boca abajo,
y cuando mi esposa lo sacó, estaba azul y no tenía pulso”, indicó.
Thatcher señaló que fue por su descuido, al dejar la puerta de la
piscina abierta antes de salir de casa, que este accidente sucedió y resaltó
que en ese momento sintió que su fe estaba siendo probada.
“Recordé lo que había dicho recientemente en una conferencia sobre
la confianza en Jesús. Yo tenía que hacer lo mismo, así que con la historia de
Abraham e Isaac en mente, recé una oración de entrega. Todo lo que el Señor de
la vida quería hacer, estaba dispuesto a aceptarlo”, agregó.
Cuando el pequeño estaba de camino al hospital recobró el pulso,
su recuperación fue gradual en el hospital y en dos días fue dado de alta. Hoy
es un hombre sano de 25 años.
Fuente: ACI Prensa