Buscando el origen
El otro día estábamos sirviendo
el desayuno. Era un día de diario, de entre semana, normal y corriente... sin
nada especial. De pronto, sonó el timbre de la puerta y, un segundo después, la
tornera apareció jadeando, corriendo a toda prisa, y llevando en sus manos...
¡¡dos bandejas llenas de napolitanas de chocolate y cruasanes!!
Que Santo Domingo me perdone. Yo
sé que el refectorio (comedor) es lugar de silencio... pero hay gritos de
alegría que, si se guardan en el pecho, una revienta. Y este era el caso.
¡¡Casi me daban ganas hasta de saltar!!
Los de la panadería dijeron que
lo había encargado una gran amiga nuestra. Y, al instante, comenzó, entre
susurros y gestos, una frenética investigación:
-¿Y por qué nos manda esto?
-¡Huy! Ni idea... ¿es su
cumpleaños?
-¡No, mujer, su cumpleaños ya ha sido!
-¿El de su marido?
-No, no, tampoco.
-¡Ah, ya sé! ¡¡Hoy será su
aniversario de boda!!
-¡¡Sí, sí, eso debe de ser!!
Y, muy satisfechas de nuestras
conclusiones, ¡disfrutamos de un maravilloso desayuno!
Pero, claro, cuando luego la
Priora la llamó para darle las gracias, aprovechó para preguntar el porqué, y
la respuesta de nuestra amiga fue de lo más simpática:
-¿Cómo que “por qué”? ¡¡Pues
porque sí!!
No había más motivo que ese:
“porque sí”.
¡Cómo me impresionó aquello! Esa
explicación daba un sabor bien diferente a los bollos: su único motivo era el
amor.
San Agustín explica que existen
dos tipos de amor: el amor “uti” (que es el amor útil, “te quiero para algo”) y
el amor “frui”, que es el amor “de fruición”, que no tiene más objetivo que
disfrutar estando con la persona amada. ¡Y ese es el amor que realmente llena!
De pronto caí en la cuenta de
que... ¡este es el tipo de amor que Cristo nos tiene! Él no te quiere “para
algo”, ¡Cristo te ama “porque sí”! No necesita más motivos, no busca ningún
beneficio, ¡simplemente te ama, encuentra deleite en estar contigo, en verte
feliz!
¿No es maravilloso poder estar
con Alguien así?, sin tener que impresionarle, sin tener que “llenar el rato” o
cumplir unas expectativas, sino solo disfrutar... ¡sabiendo que te ama! Y eso
es precisamente lo que queremos recordar en este inicio de Adviento: que Cristo
viene a nosotros, sale a nuestro encuentro... ¡”porque sí”!
Hoy el reto del amor es tener un
detalle de cariño sin motivos. Exacto, justo lo que estás pensando: ¡hoy
sorprende a esa persona “porque sí”! Dile que le quieres, prepara un detalle o
charla un rato con él o ella, ¡sin más motivo que disfrutar de estar juntos!
Verás que esta clase de amor ensancha el corazón... ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma