Los ojos de los hermanos
No soy friolera, y tampoco la capilla es de los sitios más fríos del
Monasterio; sin embargo, el pie izquierdo lo sentía helado. En la cena seguía
sintiendo frío; en el recreo pensé que entraría en calor, pero... tampoco.
Me debí de quedar mirándola con cara muy extraña, y ya me dijo que
tenía la suela abierta, despegada, que ella se había dado cuenta porque, cuando
rezamos, me tiene justo en frente. Bajé la cabeza y pude comprobar que...
¡estaba a punto de perder la suela!
De ahí venía el frío, pero yo... no lo podía ver, porque desde arriba
no tenía perspectiva para ver que estaba despegada. Fue una hermana la que me
lo indicó, y hoy otra hermana la que me lo ha pegado.
Pensamos que solos podemos luchar, ver por dónde nos entra frío en el
corazón, y, sin embargo, nos falta perspectiva. El Señor nos pone hermanos que
nos puedan mirar de frente, por los lados, por detrás... y darnos la mano para
caminar.
Hoy el reto del amor es que no aguantes el “frío en el pie” tú solo:
comparte con esa persona en la que estás pensando lo que te ocurre y deja que
te ayude, que, desde su mirada, te lleve al Señor, te tienda la mano.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma