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El Papa Francisco y Juan José Omella |
Al final de la audiencia, celebrada en el Patio de San Dámaso, el Papa se retiró a un lado discretamente para mantener una conversación con el cardenal español.
La charla
con el presidente de la Conferencia Española se producía, igualmente, al día
siguiente de la visita de la ministra de
Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, al responsable de las relaciones con
los Estados de la Secretaría de Estado, monseñor Paul Richard Gallagher.
Este encuentro coincidió con el que ese mismo
martes, por la tarde, en La Moncloa, mantuvieron los representantes del
Gobierno con los de la Conferencia Episcopal, dentro de las conversaciones que
vienen manteniendo en los últimos tiempos sobre asuntos bilaterales.
Según la información que posee Religión Confidencial, los planos o
niveles del diálogo de la Iglesia con el Gobierno son en este momento varios.
Hay al menos tres niveles distintos y, por lo que se va viendo, con diferentes
roles. Tres niveles de los que el Papa tenía que estar puntualmente informado.
En lo que puede considerarse el primer nivel,
se podría pensar que rige la unidad de acción, de criterios y de estrategia.
Incluso en una táctica preconcebida: la Iglesia pudiera haber apostado por la
figura del poli bueno y el poli malo.
Poli bueno,
la cúpula, formada por los cardenales Juan José
Omella y Carlos Osoro. Y poli malo, es decir, al que le toca el ingrato trabajo
de decir las verdades, integrado por el secretario
general, monseñor Luis Argüello, acompañado por los dos
vicesecretarios de la Conferencia, hombres ambos imprescindibles.
Según fuentes de la Conferencia Episcopal, la
famosa comisión de expertos de la que habló el secretario general en la última
rueda de prensa no es una comisión nombrada como tal, con designación oficial.
No se han formalizado los nombres ni los roles,
y menos aún se han hecho públicos, es más bien una ronda de consultas a
expertos en diversas materias.
Hasta el presente, las reuniones de monseñor
Argüello con el Gobierno han sido dos en las materias económicas, patrimoniales
y fiscales. A las que hay que sumar las mantenidas en el ámbito de la educación que, por cierto, no
han tenido, de momento, ningún efecto.
Respecto a lo económico, ya no se trata solo de
las inmatriculaciones, sino
también del régimen fiscal, de la asignación tributaria. Y, según las fuentes
consultadas por RC, el Gobierno se muestra inamovible a lo que le dicen y
quiere más y más. Lo quiere todo.
La impresión
a estas alturas es que el Gobierno necesita dinero y considera que se lo va a
sacar a la Iglesia.
En este nivel de interlocución, monseñor Luis
Argüello es la persona adecuada, por su capacidad dialéctica, su mentalidad
jurídica y por su pasado. No hay que olvidar su pasado político: antes de
entrar en el seminario, Argüello se
movió en el entorno del Partido Comunista.
Por ese motivo, el secretario conoce bien las
estrategias de sus interlocutores. Y su relación con el Movimiento Cultural
Cristiano le ha permitido mantener engrasada esa pasión por los pobres, la
sensibilidad teológica y pastoral por los más desfavorecidos, por la clase
obrera, en plena comunión con el magisterio, lo que deja muy en evidencia las
poses de la izquierda.
Como si se tratara de un segundo nivel, mientras el secretario general de la Conferencia Episcopal se desgasta en la interlocución con la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, el cardenal Juan José Omella trabaja, a través del ministro de sanidad, Salvador Illa, con el Presidente del Gobierno. Y el cardenal Carlos Osoro mantiene caliente la interlocución con el entorno del vicepresidente Pablo Iglesias.
La cúpula de la Conferencia Episcopal ha
insistido a diestro y siniestro en que no tienen nada que ver con la entrevista
de Sánchez con el Papa de este sábado, y derivan la responsabilidad hacia el
Nuncio en España, monseñor Bernardito Auza, pero se plantean algunas en el
campo de la lógica y del sentido común.
¿Acaso la decisión de aceptar la entrevista con
el presidente del Gobierno no se tomó después de que el Papa estuviera reunido
en Roma con los cardenales españoles?
¿De verdad se puede creer que el Papa recibe al
presidente de un Gobierno como España y los cardenales presidente y
vicepresidente de la Conferencia Episcopal se han enterado por los medios?
Tercer nivel. Secretaría de Estado. Es decir,
el tándem cardenal Pietro Parolin y
monseñor Paul R. Gallagher. No han parado estos días de
recibir informes e informaciones de España. Mantienen la línea directa con el
Nuncio y con la cúpula de la Conferencia Episcopal.
Sin embargo, como la percepción del tiempo
desde Roma es la eternidad, no se precipitan. Representan un último valioso
recurso que siempre está ahí, salvaguardando la libertad de la Iglesia y los
derechos del Pueblo de Dios, y protegiendo al Papa Francisco.
En Secretaría de Estado han intensificado estos
últimos días los esfuerzos para preparar adecuadamente la vista de Pedro
Sánchez al Papa. No les preocupan los cantos de sirena. Si es necesario,
saldrán a la palestra para aclarar, matizar y no permitir tergiversaciones, ni
utilizaciones intencionales. Como ya hicieron con la nota de desmentido a las
afirmaciones de Carmen Calvo tras la visita a Parolín en Roma.
Aún es pronto para saber cómo acabará este
proceso. Se está en los primeros compases de una larga negociación, con muchas
bandas y con muchos frentes.
Aquí también surgen las preguntas. ¿Habrá el
Gobierno abierto la caja de los
truenos de la denuncia de los Acuerdos Iglesia-Estado? Y en
todo este proceso, ¿qué saben y qué lugar ocupan los obispos españoles? ¿Acaso
no estamos en la época de la sinodalidad?