
De vez en cuando aprovecho esos
intervalos en los que estamos poniendo la mesa con sor Puri para hacerle
preguntas curiosas, y me encanta, porque siempre tiene salidas buenísimas.
Ella, que es la más mayor de la
Comunidad, comparte este oficio de refectolera con Sión y conmigo, pero, ahí
donde la ves, a sus 90 años, corre más que nosotras.
Así que, en una de estas, hace
unos días, su respuesta me dejó sin palabras:
-Sor Puri, ¿y tú? ¿Cómo has hecho
para mantenerte todos estos años amando al Señor y siéndole fiel?
-¡Pero qué cosas dices! -exclamó-
Si estoy aquí, es porque el Señor es el que me ha amado a mí...
Me dejó impresionada y muy contenta,
porque sentía en sus ojos que aquello brotaba del corazón. No dijo más
palabras, pero, en realidad estaba diciendo mucho más: que, si el Señor tuviera
que esperar que fuéramos nosotros los que llegáramos hasta Él...
Sin embargo, su Amor va mucho más
allá, es Él al amarnos el que nos hace buenos, el que nos va transformando el
corazón. Aquí el tema es que nos dejemos, claro... y a veces nos resulta más
fácil hacer, que dejarnos hacer.
Creo que todos tenemos
experiencia de que, cuando somos nosotros los que tomamos la iniciativa, al
final todo queda en el exterior, pero el corazón cambia poco. Sin embargo,
cuando trabaja Él en nosotros, cambia desde dentro. Y esto quizá al principio
se note menos, pero a la larga nos cambia el corazón.
Cuando llegue a mayor quiero
decir lo mismo que sor Puri, quiero poder llegar así, con el corazón descansado
y con la certeza de que mi vida está plena por Cristo.
Hoy el reto del amor es hacer dos
preguntas curiosas a tus mayores. Siempre sacarás algo bueno, pero lo mejor es
cuando te abren el corazón y descubres un mundo interior que ni te imaginabas
que estaba ahí. Al principio pensarás: “Voy a hacerle feliz un rato
escuchándole”, pero, si das en la diana con la pregunta, serás tú el que no
saldrá igual de esa conversación.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma