Lejos de haber
optado por un perfil más bajo en cuanto a su firme oposición a la eutanasia, el
doctor Manuel
Martínez-Sellés no ha cambiado nada su discurso tras haber sido
nombrado presidente del Colegio de Médicos de Madrid.Doctor Manuel Martínez-Sellés. Domino público
Católico y provida, este catedrático de Medicina y jefe de Cardiología del Hospital
Gregorio Marañón de Madrid ha asegurado que decidió presentarse a la
presidencia de los médicos madrileños por el apoyo del anterior presidente a la
eutanasia.
En una interesante entrevista con Sara de la
Torre y Silvia Rozas para la Revista Ecclesia,
este médico hace un recorrido
médico, ético y religioso a la cuestión de la vida y la eutanasia. A
continuación les ofrecemos algunas de las preguntas y respuestas de esta
entrevista:
-A veces da la sensación de que
confundimos conceptos de cuidados paliativos y eutanasia.
-Cien por cien. Aquí ha habido una confusión, que en parte ha sido intencionada.
Se equiparan dos cosas que son opuestas. A eso hay que sumar que se ha
ideologizado la defensa de la eutanasia como un argumento progresista y de
izquierdas.
Por otra parte, respecto a los conceptos hay varias dificultades. La OMS la define como «el acto que pone fin a la vida de un paciente que está sufriendo», es decir, que tiene que haber una intención clara de matar al paciente para considerarse eutanasia. Esto de la intención es muy importante porque a veces se confunden actos que no tienen como fin matar a un paciente, como cuando se aplica un tratamiento y el paciente muere sin intención del profesional. Los cuidados paliativos son totalmente lo contrario.
Cuando alguien está sufriendo, el
facultativo proporciona medidas para que inmediatamente deje de sufrir. Por lo
tanto «son el día y la noche». ¿Por qué decía antes que es cruel desarrollar la
eutanasia en lugar de los cuidados paliativos? Porque precisamente en el
momento en que nos encontramos, en el que hemos sido capaces de paliar ese
sufrimiento, con alternativas terapéuticas para controlar no solo el dolor,
sino otros muchos síntomas, justo en este momento, cuando más preparados
estamos y más alternativas tenemos, se legaliza la eutanasia.
-Entonces, quizá lo que necesitemos
es más formación.
—Así es. Yo hice el máster en el Instituto Juan Pablo II, al que le estoy muy agradecido, y mi tesina fue precisamente sobre la Bioética en el inicio y final de la vida. Justo lo que pretendía era aclarar todos estos conceptos. A principios de este año, tras mucho tiempo actualizándola, la convertí en libro con la editorial Rialp, Eutanasia: Un análisis a la luz de la ciencia y la antropología. En el texto trato de explicar los argumentos de quienes defienden la eutanasia, que existen y que no se pueden obviar, y a veces caemos en el error de ignorarlos.
Es importante
conocer ese argumento, que se basa en la libertad de toma de decisión de cada uno,
para argumentar que en países donde la eutanasia es legal, lo que se ha
conseguido es precisamente lo contrario: una pérdida de autonomía de los
pacientes que con enfermedades terminales avanzadas se sienten presionados a
pedir la eutanasia para evitar ese sentimiento de carga que pueden tener
respecto a sus familias o a la sociedad. Así empieza la pendiente resbaladiza: En Holanda comenzó la eutanasia
para casos muy concretos y hoy en día se practica con ancianos con demencia,
con niños con discapacidad e incuso a pacientes que por su propia
condición médica ni siquiera la podrían pedir.
Es triste que la gente, incluso con buena
intención, por el desconocimiento que hay leyendo la prensa, lamentablemente
cada vez más ideologizada, pueda llegar a pensar que España es la excepción de
todos los países en esta cuestión, cuando solo el 0,3% de la población vive en países donde está
legalizada la eutanasia. Esto sería también un motivo de reflexión.
Además, muchas veces en la prensa se mezclan todos
estos conceptos: La dignidad, la calidad de vida… Solo un paciente de forma individual puede saber la calidad de
vida que tiene. Una paciente centenaria, que venía en silla de ruedas,
frágil pero cognitivamente perfecta, calificó en mi consulta con un 8 su
calidad de vida (0 era lo peor y 10 lo mejor).
Esto se puede llevar al extremo: Hace tres años se
publicó el primer contacto que se tuvo con personas con la «enfermedad del
cautiverio», que no tienen capacidad de hacer ningún movimiento voluntario. A
través de estudios neurofisiológicos se ha conseguido que pensaran «sí o no» de
manera que las alteraciones cerebrales eran distintas. Fue muy bonito ver que
los cuatro pacientes estaban satisfechos con su existencia. Y esta es la peor
situación clínica que uno se pueda imaginar. Con lo cual solo cada uno sabe la
calidad de vida que tiene, algo que no tiene nada que ver con la dignidad de la
persona, porque por el simple hecho de ser personas tenemos una dignidad máxima
que nadie nos puede quitar, por muy enfermo que esté el paciente. Abrir la puerta a esto, sería
abrir «controles de calidad» para decidir quién tiene que seguir viviendo.
-¿Todo esto
tiene que ver también con la economía?
—Lamentablemente sí. La repercusión económica de esto tiene que ver con que vamos
hacia un verdadero suicidio demográfico, no se promueve la natalidad y
la alternativa parece ser esta. La eutanasia tiene unas repercusiones
evidentes. Por ejemplo, en la Alemania nazi, cuando se quiso intentar que la
opinión pública se posicionara a favor de la eutanasia a niños discapacitados,
se colgaban carteles en los que se exponían cuánto costaba al Estado alemán
mantener a un niño con discapacidad. Por eso, el trasfondo económico que hay
detrás de todo esto no se puede olvidar.
-En lo que llevamos hablando, desde
el principio hasta ahora, solo hemos hablado de la fe en un momento. Es decir,
que podemos hablar de esto sin mencionar las creencias de cada uno, solo
basándonos en criterios antropológicos.
-Es que se puede defender que la eutanasia es
inadmisible desde el punto de vista humano. Se puede defender la vida sin entrar en argumentos cristianos,
que es lo que evidentemente haré desde mi posición como presidente del Colegio
de Médicos, donde habrá colegiados que no tengan ningún tipo de fe. Es una
gran verdad que los médicos mayoritariamente estamos en contra de la eutanasia.
Pero lo que más interesante me parece es que los médicos que reciben estas
peticiones, que son muy pocas, son los paliativistas y ellos mismos son los que
más en contra están de la eutanasia.
Saben que cuando un paciente pide la eutanasia, lo que está pidiendo es que le controles los síntomas, que le trates la depresión, que no le abandones… Hay que destacar que la ley que se va a aprobar es de obligado cumplimiento, es decir, si un paciente te pide la eutanasia, tú estás obligado a matarlo, lo que implica de forma especial a los médicos de Atención Primaria. Además, va a ser una ley que va a destruir la relación de confianza médico-paciente. Es decir, en España un paciente que va a un centro de salud o a un hospital sabe que lo que le van a hacer es por su bien.
Cuando se legalice esta ley, lo que
va a pasar es que vamos a perder la confianza en el médico, como ya ha sucedido
en los países donde se ha legalizado la eutanasia. Hay ancianos holandeses que
se están yendo a las residencias de Alemania porque tienen miedo a quedarse en
su país ya que temen que les puedan matar. No solo se va a perder la confianza
en el sistema sanitario, sino que se va a perder la confianza también en las
familias, porque a lo mejor es que yo quiero la herencia de mi padre… Va a ser
muy triste cómo va a cambiar nuestra sociedad si se aprueba esta ley.
-Sobre todo porque no parece que
haya una demanda social…
-Es que la demanda social es hacia los cuidados paliativos. La eutanasia es puramente ideológica. Hay mucho paciente que está sufriendo y no se le está tratando de forma adecuada. Lo que le gustaría al paciente y a su familia y lo que demanda la población es una ley que implementase los cuidados paliativos y además a nivel nacional.
El documento Samaritanus Bonus,
así como el de la CEE del año pasado, Sembradores de esperanza, pueden guiar a muchos cristianos
que en este asunto están perdidos. Pero igual que hay que evitar que se
identifique la eutanasia con alguna ideología política, también hay que evitar
que se identifique la defensa de la vida con el cristianismo o el catolicismo.
Porque hay gente que no tiene el don de la fe y de hecho tengo compañeros que
están completamente en contra de la eutanasia por motivos puramente humanos.
Fuente: ReL