
Paseando ayer me acerqué al
huerto, me bajé a verle y me di cuenta de que los tomates están verdes en las
matas; el frío ya no les deja madurar, y qué pena dan...
Pero seguí mirando y me acerqué
al invernadero, lo abrí y me encontré dentro una plantación de lechugas
creciendo estupendamente. Del invernadero salía un clima muy agradable, el
necesario para que esas lechugas estuvieran creciendo. Volví a mirar a los
tomates y me di cuenta de que les faltaba esa protección para poder madurar.
Cuando me iba me dio para pensar,
pues me daba cuenta de la diferencia de fuera y dentro del invernadero. Fuera
estás expuesto al clima y a todas las inclemencias, mientras que dentro, la
vida brota: fuera puede hacer lo que quieras, que no te afecta, porque la vida
está dentro.
Jesús vive en ti, dentro de ti,
se manifiesta en ti, y en ti quiere hacer obras grandes; nunca va a hacer nada
sin ti, siempre cuenta contigo. Porque Él lo que quiere es darte sus
sentimientos, su amor, su Misericordia, su bondad, para que ya no seas tú el
que tengas que amar, perdonar... sino que es Él en ti quien lo hace.
Y desde aquí todo cambia: ya no
tienes que estar preocupado por si maduras o no, hay alguien que te crea un
clima para que sí madures, no te deja expuesto a la intemperie.
Él quiere que vivas dentro de su
amor, ya no tienes que buscarte la vida, tienes un Dios que te ama y te cuida.
Solo quiere que le des la mano para hacerlo en ti. El cristianismo es dejarnos
hacer por Cristo. Y, después, hacer por Cristo.
Hoy el reto del amor es abrir tu
corazón y tu ser a su amor, hacer un acto de confianza en Él, y caminar
confiado de que Él te proveerá de todo lo necesario para esta jornada de lunes.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma