El Papa Francisco confiesa mirar todas
las mañanas la Plaza de San Pedro y la ciudad de Roma desde la ventana de su
estudio, donde todos los domingos recita el Ángelus: es una mirada que se
convierte en oración y bendición para la humanidad.

“Todas las mañanas cuando llego aquí a mi estudio en
la Biblioteca, rezo a la Virgen María y luego me acerco a la ventana para mirar
la Plaza, para mirar la ciudad y allí, al final de la Plaza, los veo a ustedes.
Todas las mañanas los saludo con el corazón y les doy las gracias”
Es hermoso y conmovedor pensar que cada mañana el Papa se asoma entre las cortinas de su estudio para mirar la plaza y la ciudad y nos bendice, reza a Dios por todos nosotros, por toda la humanidad. Mira sin ser visto, en secreto, desde la ventana donde todos los domingos aparece en la televisión de todo el mundo, y piensa en nuestras labores y sufrimientos, y da gracias por los que hacen el bien, por los que cuidan de las personas más frágiles.
Invoca los dones del
Espíritu Santo sobre nosotros, reza a nuestra "Madre tiernísima" para
que pueda llevar nuestras necesidades y expectativas a su Hijo: “Ella es madre
y como todas las madres sabe cómo custodiar, cómo cubrir, cómo ayudar”.
Caminando
en la Plaza de San Pedro, a menudo levantamos la vista a esa ventana desde
donde tantos Papas han mirado y tantos recuerdos emergen. Hoy podemos imaginar
que detrás de esas cortinas Francisco también nos mira, para velar, para rezar
por nosotros.
Pero él
también, lo hace al final de cada encuentro, pide oraciones: "Y por favor
no se olviden de rezar por mí". El Papa lo necesita, especialmente en este
difícil momento que vive la Iglesia y la humanidad.
Sergio Centofanti – Ciudad del Vaticano
Vatican News