En
la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Papa Francisco dedica la
homilía de la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta a la
contemplación del fracaso, pero también de la exaltación de Jesús, que
"asumió todo el pecado del mundo"
La
cruz de Jesús nos enseña que en la vida hay fracaso y victoria, y a que no
temamos a los "malos tiempos", que pueden ser iluminados por la misma
cruz, signo de la victoria de Dios sobre el mal. Un mal, Satanás, que está
destruido y encadenado, pero "sigue ladrando", y si te acercas a
acariciarlo "te destruirá". Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía
en la Misa celebrada ayer por la mañana en Casa Santa Marta, en la fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz.
La derrota de Jesús
ilumina nuestros malos momentos
Contemplar
la cruz, signo del cristiano, explica el Papa, es para nosotros contemplar
un signo de derrota pero también un signo de victoria. En la cruz "todo lo
que Jesús había hecho en la vida" fracasa, y toda la esperanza de la gente
que siguió a Jesús, termina.
“No
tengamos miedo de contemplar la cruz como un momento de derrota, de fracaso.
Cuando Pablo reflexiona sobre el misterio de Jesucristo, nos dice cosas
fuertes, nos dice que Jesús se vació de sí mismo, se aniquiló, se volvió pecado
hasta el final, asumió todo nuestro pecado, todo el pecado del mundo: era un
"trapo", un hombre condenado. Pablo no tuvo miedo de mostrar esta
derrota e incluso esto puede iluminar nuestros momentos feos, nuestros momentos
de derrota, pero también la cruz es un signo de victoria para nosotros los
cristianos”.
En el Viernes Santo, la
"gran trampa" para Satanás
El
Libro de los Números, en su primera lectura, narra el momento del Éxodo en el
que el pueblo judío que murmuraba "era castigado por las serpientes".
Y esto recuerda a la antigua serpiente, Satanás, el Gran Acusador, recuerda
Francisco. Pero la serpiente que daba la muerte, dice el Señor a Moisés, será
levantada y dará la salvación. Y esta, comenta el Pontífice, "es una
profecía". De hecho, "Jesús hecho pecado ha vencido al autor del
pecado, ha vencido a la serpiente". Satanás era feliz el Viernes Santo,
subraya el Papa, "tan feliz que no se dio cuenta" de la gran trampa
"de la historia en la que caería".
Traga a Jesús pero también
su divinidad y pierde
Como
dicen los Padres de la Iglesia, Satanás "vio a Jesús tan deshecho,
desgarrado y como el pez hambriento que va a la carnada atada al anzuelo, fue
allí y se tragó a Jesús. "Pero en ese momento él, se tragó también a la
divinidad porque era la carnada atada al anzuelo con el pez".
"En aquel momento, comenta el Papa Francisco, "Satanás es
destruido para siempre. No tiene fuerza. La cruz, en ese momento, se convirtió
en un signo de victoria.
La antigua serpiente está
encadenada, pero no debes acercarte
"Nuestra
victoria es la cruz de Jesús, la victoria ante nuestro enemigo, la gran
serpiente antigua, el gran acusador. En la cruz, subraya el Pontífice,
"fuimos salvados, en ese recorrido que Jesús quiso hacer hasta lo más
bajo, pero con la fuerza de la divinidad".
“Jesús
le dice a Nicodemo: "Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos
hacia mí". Jesús levantado y Satanás destruido. La cruz de Jesús debe ser
para nosotros la atracción: tenemos que mirarla, porque es la fuerza para
seguir adelante. Y la serpiente antigua destruida todavía ladra, todavía
amenaza, pero, como decían los padres de la Iglesia, es un perro encadenado: no
te acerques y no te morderá; pero si vas a acariciarlo, porque el encanto te
lleva allí como si fuera un perrito, prepárate, te destruirá”.
Frente al crucifijo, signo
de derrota y de victoria
Nuestra
vida continúa, aclara el Papa, con Cristo vencedor y resucitado, que nos envía
el Espíritu Santo, pero también con ese perro encadenado, "al que no debo
acercarme porque me morderá".
"La
cruz nos enseña esto, que en la vida hay fracaso y victoria. Debemos ser
capaces de tolerar las derrotas, de soportarlas pacientemente, las derrotas,
incluso de nuestros pecados porque Él pagó por nosotros. Tolerarlas en Él,
pedir perdón en Él pero nunca dejarse seducir por este perro encadenado. Hoy
será hermoso si en casa tranquilos nos tomamos 5, 10, 15 minutos delante del
crucifijo, o lo que tenemos en casa o aquel del rosario: mirarlo, es
nuestro signo de derrota, que provoca persecuciones, que nos destruye, pero es
también nuestro signo de victoria porque Dios ha ganado allí".
Alessandro
Di Bussolo - Ciudad del Vaticano
Vatican
News