HOY EL RETO DEL AMOR ES QUE MIRES AL CIELO AL COMENZAR EL DÍA PIDIENDO AL PADRE QUE BENDIGA TU DÍA Y TUS ACCIONES

Dadle vosotros de comer

Hola, buenos días, hoy sor Amada nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

En el comedor del monasterio (que en nuestro lenguaje monástico llamamos “refectorio”), hay dos o tres servicios para que las monjas que formamos la Comunidad estemos a gusto y podamos escuchar una lectura.

Un oficio es servir la comida, y para ello nos turnamos de dos en dos. Otro es el servicio del pan. Otro es ser lectora, y nos turnamos por semanas.

Servir el pan es una de mis tareas. Este es un oficio de los que nos da la Madre Priora cuando comienza su trienio. Así que, al cabo de unas semanas, como os podéis imaginar, ya se sabe cuánto pan quiere cada una (más o menos, claro).

Hay pan integral, pan blanco, y más doradito. Como lo cocemos en el Monasterio, el horno también impone a veces su criterio: solo es necesario olvidarte dos minutos más, y el pan sale doradito o... quemado, pero no pasa nada.

Cristo, cuando iba por los campos de Judea y Galilea, no necesitaba de hornos; solo sentía en su corazón que la gente que le seguía venía hambrienta, de su Palabra y también de pan material, y, empujado por la compasión, hace que esos cinco panes y dos peces se vayan multiplicando en las manos de sus apóstoles. ¡Pero primero Jesús alzó la mirada al cielo! Necesitaba que su Padre le aprobara lo que iba a hacer. Claro que sí, iba a dar de comer a sus hijos hambrientos, pero, ¡qué bien que contara con su bendición!

Así, el Cielo estaba dando su maná por medio del nuevo Moisés.

También hoy nosotros podemos ser otros cristos y Él quiere que lo seamos. Si, cuando miramos a nuestro alrededor y vemos tanta necesidad de cariño, de una palabra de consuelo, de una ayuda, dejamos que se implique nuestro corazón, luego alzamos la mirada al cielo, nuestro Padre nos escuchará como a su Hijo Jesús en favor de nuestro hermano.

Hoy el reto del amor es que mires al cielo al comenzar el día y con cada obra que hagas, pidiendo al Padre, como lo hacía Cristo, que bendiga tu día y tus acciones.

VIVE DE CRISTO

Fuente: Dominicas de Lerma