La
antorcha
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estaba
dando un paseo por el claustro, y en cada esquina hay un santo dominico. Y, al
pasar junto a Santo Domingo, me he dado cuenta de que el perro no tenía la
antorcha en la boca. He mirado y me la he encontrado caída cerca. Me he quedado
mirando a Santo Domingo y le he dicho: “Sin esta antorcha no se entiende la
Orden que el Señor te inspiró fundar”... y, con mucho cuidado, se la he devuelto
al perro.
A
Domingo se le representa con un perro y, en la boca del perro, una tea, que nos
recuerda el sueño que tuvo la madre de nuestro Fundador, donde entendió que su
hijo encendería el mundo con la predicación.
Porque
a Santo Domingo no se le puede entender sin el fuego de la predicación, sin la
fuerza de la evangelización. Su encuentro con Cristo le quemaba y salía por
todo su ser, a todos con los que se encontraba les hablaba de Cristo. En su
boca había lo que tenía su corazón.
Porque
es verdad que, cuando entra Cristo en tu vida, ya no puedes vivir de otra
manera, ya no puedes ignorarle más. Necesitas configurar tu vida con esta
vivencia que se te ha regalado y necesitas contarlo a todos.
Porque
el amor de Dios nos quema por dentro, y necesitamos gritar que Dios te ama como
estás y como eres. Que no te pide nada y te lo da todo, que quiere que seas
feliz. Que da su vida por ti para que tú tengas vida. Que todo lo que estás
viviendo, Él ya lo ha vivido y quiere darte su amor, su paz, su sabiduría, para
que nada de lo que vivas te mate. Para que puedas pasar por encima del fuego y
no quemarte. Porque tú no tienes que ser fuerte, es Cristo el que es fuerte en
ti, tú tienes que amar tu debilidad, porque en ella está tu felicidad. No en lo
que puedes hacer, sino en lo que le dejas hacer a Cristo en ti.
Porque
todos estamos viviendo momentos complicados, de mucha debilidad, desconcierto,
miedo, angustia, incertidumbre, pero Él quiere entrar en todo ello para
iluminarlo y para ser fuerte en ti, porque nada de lo que vives es ajeno a Él.
Él
te ama en tu debilidad, ¿tú te amas débil? Pues aquí hay un gran misterio y
Santo Domingo lo descubrió, y fue capaz de dejarse transformar por Cristo, y,
desde este Amor, prender fuego con la predicación.
Hoy
el reto del amor es decir a cinco personas: “Feliz día, Dios te ama”. Quizás el
que se siente a tu lado en una cafetería, o el que esté haciendo la compra
contigo, o el cajero. Dile: feliz día, Dios te ama.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma