El prelado alertó frente a «una cultura que tiende a
prescindir de criterios morales claros», dejando de escuchar la indicación de
la Virgen «Haced lo que Él diga»
El obispo de Huelva,
Santiago Gómez Sierra, presidió este miércoles la Solemne Función Votiva en la
parroquia de la Asunción de Almonte (Huelva) –también conocido como Rocío
Chico– en cuyo altar mayor se encuentra Virgen del Rocío, patrona de Almonte,
ataviada con su indumentaria de Pastora.
Durante la celebración, con
las limitaciones propias a causa del COVID-19, se reeditó el voto de acción de
gracias que hace 207 años –en 1813– los almonteños pronunciaron después de la
lucha contra las tropas francesas que habían ocupado España, logrando resistir
al invasor según la tradición por la intercesión de la Virgen del Rocío.
«Este voto nos trae ante»
la Virgen «para pedirle, hoy también, que sea nuestro auxilio, auxilio de los
cristianos, porque nuestro tiempo no es fácil. Como en las bodas de Caná –en
alusión al Evangelio proclamado–, parece que falta el vino de la fiesta: No
estamos celebrando este Rocío Chico en la Aldea, no pueden estar presentes
todos los que quisieran, la alegría de la devoción rociera no ha podido
manifestarse exteriormente, seguimos viviendo la amenaza del virus que azota al
mundo desde hace meses y se extiende un velo de incertidumbre sobre el futuro»,
subrayó monseñor Gómez Sierra durante la homilía.
Más allá del coronavirus,
el prelado alertó frente a «una cultura que tiende a prescindir de criterios
morales claros», dejando de escuchar la indicación de la Virgen «Haced lo que
Él diga». De este modo, «instalados en este relativismo moral, en el que cada
cual se rige por su propia opinión sin mayor discernimiento,… los proyectos de
vida se vuelven provisionales, expuestas a ser revocados cuando a cada uno le
parezca, y esto a menudo se considera expresión de libertad, mientras que
señala más bien la esclavitud del capricho».
Por el contrario,
reivindicó el «vino de la paz, la ternura, la fe, la esperanza, el amor, la
verdad y la búsqueda sincera del bien común» y exhortó a hacer como la Virgen
María que, tomando conciencia de la carencia en la boda, la asumió como tarea
propia, obedeciendo «a la Palabra de Jesús, que es nuestra fuerza y nuestra
luz». Así, «el amor a la Virgen nos llevará a Cristo. Él será capaz de
despertar en nosotros una mayor entrega, nos hará obediente a su Palabra y
perseverante en su seguimiento, y nos impulsará a servir a los demás con el
ejercicio continuo de la caridad».
Al finalizar la Eucaristía,
monseñor Santiago Gómez Sierra se dirigió con el Santísimo hasta la puerta del
templo y bendijo al pueblo que se había quedado fuera ante la limitación de
aforo debido al COVID-19.
Fruente: Alfa y Omega
