El uso de las flores contiene múltiples niveles de simbolismo espiritual
que no deben ser olvidados
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Leimenide | Flickr CC BY 2.0 |
En muchas
iglesias católicas, las flores son las decoraciones más utilizadas. Se pueden
encontrar rodeando el altar en la misa, o frente a estatuas y otras obras de
arte prominentes.
Si bien pueden
parecer una «idea de último momento», la Iglesia en realidad tiene reglas y
regulaciones distintas con respecto a las flores y las utiliza para simbolismo espiritual
específico.
Por ejemplo,
la Instrucción General del Misal
Romano explica:
«Los
arreglos florales sean siempre moderados, y colóquense más bien cerca de él,
que sobre la mesa del altar» (305).
Y más cosas:
“Durante el
tiempo de Adviento el altar puede adornarse con flores, con
tal moderación, que convenga a la índole de este tiempo, pero sin que se
anticipe a la alegría plena del Nacimiento del Señor. Durante el tiempo
de Cuaresma se prohíbe adornar el altar con flores. Se
exceptúan, sin embargo, el Domingo Laetare (IV de Cuaresma),
las solemnidades y las fiestas».
En este
aspecto, las flores están destinadas a expresar alegría, y es por
eso que están restringidas durante las sombrías estaciones de Adviento y
Cuaresma.
Además, las
flores sirven para recordarnos la creación de Dios y la belleza de su obra. Nikolaus Gihr en su libro, El Santo Sacrificio de la Misa, desarrolla
este significado espiritual.
Un santo
religioso, el capuchino Francis Borgia, solía decir: «Dios nos ha dejado del
Paraíso tres cosas: las estrellas, las flores y los ojos de un niño». De hecho,
las flores tienen en la creación de Dios un lugar completamente propio; son en
el globo terráqueo lo que son las estrellas en el dosel del cielo: huellas
sin rostro de un mundo anterior, el Paraíso terrenal, el menos afectado por la
maldición del pecado. En el esplendor de sus colores, en su fragancia, son
revelaciones de la belleza y la bondad de Dios, emblemas de su benevolencia,
imágenes de sus primeros y verdaderos designios (Isaías 25, 1).
Las flores
también nos recuerdan la vida espiritual y las virtudes que debemos adquirir
dentro de nuestros corazones.
Las flores
también simbolizan esas prerrogativas, gracias y virtudes sobrenaturales con
las que el alma debe ser adornada; porque los santos florecen como el lirio y
están en la presencia de Dios como el olor del bálsamo. Las flores, en razón de
su frescura y belleza que reciben del sol y hacia las cuales se vuelven hacia
ella, son emblemas de esa inocencia y santidad que derivamos de Cristo,
el Sol de Justicia, y con las cuales nuevamente lo glorificamos como el Sol
de Nuestra vida espiritual. – Las flores en el altar significan, además, que
las flores de la gracia, la oración y la virtud se desarrollan en la luz
sobrenatural y en el calor celestial que irradia el sol del sacrificio
eucarístico.
La próxima vez
que asistas a misa y veas flores que adornan el santuario, recuerda los
múltiples niveles de simbolismo y levanta tu corazón hacia Dios al entrar en la
celebración de la Eucaristía.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia