La Conferencia
Episcopal Española (CEE) ha hecho público un mensaje en el que pone el foco en
los más afectados por el COVID-19
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| Foto: Jaime García |
Los próximos 25 y 26 de
julio las diócesis españolas celebrarán una jornada de oración y recuerdo por
las víctimas de la pandemia. Dos días, además, importantes, porque se conmemora
al Apóstol Santiago, patrón de España, y a san Joaquín y santa Ana, padres de
la Virgen y patronos de los abuelos.
Precisamente, los obispos
han unido esta jornada especial y el día de los abuelos para publicar un
mensaje en el que recuerdan el sufrimiento de los mayores durante la crisis
sanitaria y advierte de la importante contribución de este colectivo, muchas
veces descartado, en la construcción del futuro.
«Desde el pasado mes de
marzo –arranca la nota– hemos podido contemplar cómo los más afectados por este
virus han sido los mayores, falleciendo un gran número de ellos en residencias,
hospitales y en sus propios domicilios. También nuestros mayores, debido a las
circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido el drama de la
soledad, de la distancia de sus seres queridos. Todo esto nos debe llevar a
pensar, como Iglesia y como sociedad, que “una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en
primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad” (Pontificia Academia para
la Vida)».
Señalan que en una sociedad
que muchas veces se reivindica «sin límites y sin verdad», en la que se da
«demasiada importancia a lo joven», los mayores «nos ayudan a valorar lo
esencial y a renunciar a lo transitorio». Y añaden: «La vida les ha enseñado
que el amor y el servicio a los suyos y a los restantes miembros de la sociedad
son el verdadero fundamento en el que todos deberíamos apoyarnos para acoger,
levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades
de la vida».
En este sentido, se suman a
la petición el Papa Francisco –la hizo el pasado mes de enero, durante una
audiencia a los participantes en el Congreso Internacional La riqueza
de los años organizado por el Dicasterio para los Laicos, Familia y
Vida– de llevar a cabo una reflexión seria «para aprender a captar y apreciar
el valor de la vejez» en una sociedad marcada por «la desorientación social y
la indiferencia y el rechazo hacia las personas mayores».
Mirar al futuro
Para los obispos, la
situación actual debe llevar a mirar al futuro y a no olvidar las palabras del
Papa cuando dice que «una sociedad que abandona a sus mayores y prescinde de su
sabiduría es una sociedad enferma y sin futuro, porque le falta la memoria».
«Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores no puede
haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca una
ruptura generacional», afirman.
Así, conscientes del «papel
irremplazable de los ancianos», afirman que la Iglesia «se convierte en lugar
donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en
una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo». «Los
ancianos no son solo el pasado, sino también el presente y el mañana de la
Iglesia», concluyen.
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega
