Me
puso su mano
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hoy
es un día muy especial para mí, y te lo quiero compartir para que des gracias
al Señor y a la Virgen María por ser nuestra madre.
Hace
8 años, en la víspera de la Virgen del Carmen, entré en una habitación. En el
suelo había una alfombra recogida, pero no la vi. Me tropiezo con ella, me
caigo al suelo y no pongo las manos; por lo tanto, me frenó la barbilla.
Me
di con toda la cara de lleno en el suelo. En mi interior sonó un gran ruido,
como si me hubiera roto la cabeza. Pero sentí que una mano de madre se ponía en
mi barbilla para que no me rompiera la cara.
Después
de un rato me levanté: solo tenía un bulto en la barbilla, que se inflamaba por
momentos. Me llevaron a Urgencias, y el médico me dijo:
-Es
un milagro, esto no es normal... Lo normal hubiera sido romperte la mandíbula,
o por la zona del golpe o por el menisco; pero estos golpes siempre rompen.
Me
le quedé mirando y pensé: “Ha sido María la que ha puesto Su mano para que no
me rompa la cara”.
Lo
único que tengo seguro es que fue María, su mano de madre. Ella siempre me ha
cuidado mucho; unas veces lo he visto más claro, y otras no he llegado a verlo,
pero María siempre está ahí, con nosotros, para sostenernos, guiarnos,
ayudarnos, alentarnos, confortarnos... para vivir nuestro día a día. Somos
nosotros los que la tenemos que dejar entrar en nuestra vida.
Hace
un tiempo, una amiga me decía que no podía entender que, haciendo como hacemos
medallas, no hubiéramos hecho el escapulario de la Virgen del Carmen y el
Sagrado Corazón de Jesús. Escuché a esta persona, que me contaba todas las
promesas que tiene el escapulario del Carmen, y me quedé con la boca abierta.
De pequeña, mi abuela me había llevado al Carmen a imponerme el escapulario, y
yo, de joven, también fui.
Dando
gracias a María por todo lo que hace en mi vida, veo que siempre ha estado muy
presente, y de manera especial en este día del Carmen. ¿Has descubierto tú a
María en tu vida?
Hoy
el reto del amor es que cojas de tu jardín o compres una flor: un clavel, una
rosa, una margarita... y se la lleves a María a una iglesia, a una ermita, y,
cuando estés con Ella, le pidas tenerla muy fuerte en tu vida, que la vivas
como madre, como amiga, como todo.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma