Está
la puerta abierta
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hacia
la iglesia no solo hay muchas puertas, sino que además hay “balcones” o, como
decimos nosotras, “tribunas”, que son como capillitas situadas en el primer
piso para asomarse a saludar al Señor y hacer un rato de oración.
Una
de ellas concretamente tiene una puerta muy antigua, y últimamente nos pasa que
se queda entreabierta, de manera que, mientras estamos en la oración en la
iglesia... “¡pumba!”, pega un portazo. Pero, por su antigüedad, no se queda
cerrada del golpe, sino que rebota y vuelve a pegar un portazo tras otro, hasta
que alguna sube a cerrarla del todo o a dejarla abierta atrancada.
Estando
allí mismo en la oración, el Señor vino a iluminarme con este ejemplo lo que
sentía profundamente en mi corazón.
Y
es que nuestro interior es como esa capilla, y esa puerta antigua es nuestra
opción por el amor. Cuando la dejamos entreabierta, cuando nuestra
determinación no es total, funciona según la corriente: si el viento va a
favor, se abrirá; y si va en contra, pegará un portazo.
Y
es que cuántas veces, ante situaciones complicadas, nos surge dar un portazo y
dejar de vivir desde el amor. Pero lo que sucede es que esta decisión es
determinante, no solo para un ámbito de la vida, sino que, al final, acaba
afectando a todo.
El
Señor me ponía por delante tres caminos: el de abrir la puerta y atrancarla
abierta, el de cerrarla o, simplemente, el de dejarme llevar dejándola entreabierta,
con algún que otro portazo.
Cristo
ha sido el primero en atrancar la puerta abierta. Él mismo dice: “Yo soy la
puerta”, porque Él nos ha abierto la puerta del Cielo y la ha dejado atrancada
con su cruz y resurrección para todo el que quiera pasar por ella.
De
pronto me venían imágenes de cuántas veces me ha regalado experimentar que Él
siempre ha tenido abierta su puerta para mí; en ese preciso instante me estaba
mostrando cómo siempre permanecerá abierta para saberme amada tal cual soy,
para poder experimentar que Él lo da todo por mí. Y era el momento de dar mi
respuesta...
Hoy
el reto del amor es dar tu respuesta. Su Amor es gratuito, Él siempre se da,
independiente de nuestra respuesta, pero sabe que el camino de la felicidad es
vivir desde este Amor; por ello, hoy te tiende Su mano y te pregunta: “¿Quieres
que la atranquemos juntos?”
VIVE
DE CRISTO