El Santiago Apóstol del
Cabanyal atiende a 200 alumnos y 100 familias, la mayoría de etnia gitana y con
problema socioeconómicos
Foto: Mikel Ponce |
Gracias a una nueva metodología ha conseguido reducir el absentismo
laboral y ha mejorado la convivencia en el centro. De hecho, acaba de ser
premiado por su modelo de integración social.
Cuando el Gobierno decide
que la parte educativa del fondo de reconstrucción para hacer frente al impacto
del COVID-19 vaya solo a la escuela estatal asume de facto los prejuicios que
existen sobre la enseñanza concertada en nuestro país: que es elitista, que no
se hace cargo de las situaciones más difíciles y que es un negocio, entre
otros. Y nada más lejos de la realidad.
La realidad de la
concertada son los colegios de barrio de toda la vida, los centro en las
periferias de la ciudades, en los barrios más deprimidos y el esfuerzo de
titulares y padres para garantizar un derecho, el de elegir la educación de los
hijos, amparado por la Constitución Española.
Es el caso del colegio
parroquial diocesano Santiago Apóstol del Cabanyal, en Valencia, donde acuden
200 alumnos de 100 familias, en su mayoría de etnia gitana y con una situación
económica y social muy complicada, y trabajan 23 profesores. Según explica a Alfa
y Omega el director del centro, Jordi Bosch, en las familias no
cuentan con estabilidad económica –no tienen trabajo–, tienen problemas con la
vivienda y también con los suministros. «Es una de las situaciones más
complicadas de la ciudad», afirma,
Pese a todo, este colegio
se subió a la ola del proyecto INCLUD-ED de la Comisión Europea, cuya línea de
trabajo es la de las comunidades de aprendizaje, que busca un trabajo conjunto
con las familias y los distintos agentes y entidades del barrio para obtener
mejores resultados. Y lo han conseguido, pues la nota media del centro ha
subido y se ha reducido el absentismo escolar en Infantil y Primaria del 35 %
al 13,8 % en los últimos tres cursos.
Ha sido posible a través de
lo que llaman actuaciones educativas de éxito que la comunidad científica
internacional ha demostrado que contribuyen a mejorar el aprendizaje y la
convivencia en un colegio. Actuaciones que van desde los grupos interactivos
–se introducen en el aula voluntarios, fundamentalmente universitarios, que
apoyan el trabajo en grupos– a las tertulias literarias, musicales y
pedagógicas, la formación de las familias, la formación del profesorado y la
participación educativa de la comunidad.
Modelo de
prevención
También el modelo dialógico
de prevención y resolución de conflictos, que tras cinco años ha conseguido
reducir los expedientes disciplinarios de 61 a siete. Todo comenzó con la
reflexión y el análisis durante un año por parte de toda la comunidad del
principal problema que ellos consideraban que tenían: la violencia física y
verbal. Hecho esto, se puso una norma que, en este caso fue «me gusta que me
trates bien» y sobre la que se trabajó durante los años posteriores y que
consiguió recientemente uno de los cinco premios Grandes Iniciativas de la
Fundación Atresmedia y Fundación La Caixa. En el curso que acaba de terminar
han iniciado de nuevo el proceso durante el que se hará una nuevo diagnóstico y
se establecerá una prioridad a trabajar, un proceso que no se ha detenido a
pesar del COVID-19.
«Se trata de promover el
diálogo y la reflexión y, así, generar un sentimiento de pertenencia en torno
al colegio y abordar desde una perspectiva integral y con normalidad los
problemas que puedan surgir», añade el director.
Pone el ejemplo del diálogo
que suscita la clase de religión: «La mayoría de las familias son gitanas y,
por tanto, cristianas evangélicas, y nosotros un colegio católico. En lugar de
vivirlo como un problema, trabajamos aquello que tenemos en común. Y por eso la
profesora de Religión se reúne con los pastores».
Cañizares: «No he
encontrado ni un centro estatal que haga lo que el Santiago Apóstol»
El cardenal arzobispo de
Valencia, Antonio Cañizares, ha dedicado su carta semanal a este centro, el
Santiago Apóstol del Cabanyal. Un texto en el que hace un repaso por todas las
atenciones que ofrece a sus alumnos y familias, que van desde la alimentación
diaria hasta la alfabetización de los padres.
«Este es un colegio, uno
más de los destacados “colegios privados”, a los que el Gobierno discrimina,
excluye y margina ahora, al margen de toda equidad y justicia, en la
distribución económica de la reconstrucción por la pandemia, y a los que la
propuesta legislativa sobre educación que está en trámites parlamentarios,
ataca, vulnera y quiere destruir o suprimir de hecho, dictatorialmente», añade
el purpurado.
Y concluye: «Puedo
garantizar que, respetando lo mucho y bueno que hacen los colegios estatales,
no he encontrado, ni uno solo que haga lo que el Colegio Santiago Apóstol del
Cabanyal».
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega