Recordamos una de las memorables
piezas del compositor italiano
El
pasado 6 de julio, a los 91 años, falleció el notable compositor Ennio
Morricone, autor de algunas de las bandas sonoras más memorables de la historia
del cine.
Varios son los méritos que
Morricone tuvo como compositor. Uno de ellos es su ductilidad, rasgo esencial para
quien compone bandas sonoras de cine.
Morricone supo adaptarse
a las necesidades de los cineastas con quienes trabajó. Pero para ello
hace falta humildad, comprensión y mucho
conocimiento, pues
implica ser capaz de adaptarse a las necesidades del otro y tener el suficiente
dominio técnico como para nadar exitosamente por registros diversos.
Morricone supo fomentar
atmósferas de lo más dispares con partituras que fueron de vanguardia o
clásicas, festivas o melancólicas, sinfónicas o populares, románticas o
violentas, según la necesidad, y no por eso careció de autenticidad ni de
genuina inspiración.
Tratándose de un
compositor explícitamente católico (“esta fe está probablemente
siempre presente, pero está allí para que la reconozcan los demás, los
musicólogos y aquellos que no solo analizan los pasajes musicales, sino que
comprenden mi naturaleza, la sacralidad y el misticismo”, decía en 2009) creemos
oportuno detenernos en alguna de sus composiciones a la vez más célebres y
también profundamente inspiradas por su impronta religiosa.
La fe fue una “huella que
siempre ha marcado mi vida” declaraba en 2015, al recordar la composición de su Missa Papae Francisci. Y acaso una de las
bandas sonoras en la que esta huella se halla presente de modo más patente sea
la partitura para aquella película íntimamente relacionada con la cuestión
religiosa: La Misión de Roland Joffé.
La composición de
Morricone se hizo merecedora del Globo de Oro a mejor banda sonora en 1986 y ha
ganado tal celebridad que incluso llegó a trascender al largometraje mismo.
De entre todas las piezas
compuestas para el filme, nos detendremos aquí en una de ellas: el Ave María Guaraní, pieza para coro a capella, en la que Morricone despliega su
talento y su capacidad para entrelazar la herencia litúrgica de la polifonía
tradicional católica (el maestro reconoció que buscó inspiración en Monteverdi
y Palestrina) con pinceladas propias de la composición contemporánea.
En su
grabación original la obra cuenta con una particular interpretación: por un lado se
trabajó en una especial impostación de parte de los coreutas para acercarla al
estilo aborigen. Además, explica Morricone, “era fundamental lograr una fusión
vocal donde por momentos algunas voces emergiesen y fuesen libremente
reabsorbidas por el coro.
Gracias
a las embajadas inglesas contábamos con cantantes
aficionados de varias nacionalidades, que repartí al azar dentro de un pequeño
coro de profesionales. Una soprano podía estar entre los tenores y una contralto entre los sopranos.
Aquella disposición era fundamental para que el conjunto fuera más realista.”
El Ave María Guaraní lo escuchamos dos veces a lo largo de la
película. En primera instancia, cuando el padre Gabriel (Jeremy Irons)
guía al emisario papal en su visita a las misiones, dando muestras de su
progreso cultural con el fin de convencerlo de mantener activas las misiones.
Volvemos a escucharla más adelante (tan sólo un primer fragmento) cuando las
misiones son finalmente atacadas. En ambas oportunidades las escenas son
especialmente conmovedoras, vivencia a la que la obra de Morricone ha aportado
una cuota esencial.
Señalemos,
por último, que la letra no es la del Ave María
tradicional, como
el lector habrá notado ya, sino que parece haber sido escrita para la ocasión.
La oración presenta el siguiente texto:
¡Ah!
Ave Maria quae nos Deo coniungis inter hominum (¿homines?) electa universi.
Pulchritudinem memorares. Ne obliviscaris naturam tuam, at Deo restituas nos
dilectos, cum nobis panem fregit. Sancta Maria, nobis doceas ut omnibus
assentiamus cum humilitate. ¡Ah!
Al no contar con las puntuaciones del
texto original utilizado por Morricone, diversas traducciones son posibles, y
ninguna de ellas, exenta de dificultades. Procuramos ser fieles al texto con la
siguiente versión:
Ave María, elegida entre
los hombres del universo, tú que nos acercas a Dios. Recuerda la belleza y no
olvides tu naturaleza. Vuélvenos a Dios, a nosotros, sus amados. Él partió con
nosotros el pan. Santa María, enséñanos a que sepamos asentir a todo con
humildad.
Existen también numerosas versiones en
las plataformas de video en las que la música acompaña el rezo tradicional de
la oración a la Virgen.
Martín Susnik
Fuente: Aleteia