La vida contemplativa
pierde 400 religiosos y 50 monasterios en el último año y los institutos
religiosos de vida activa ganan más de 8.000 miembros
Foto: Rafael Carmona |
La vida consagrada
contemplativa desciende en número mientras que aumenta el de religiosos de vida
activa. Así se desprende de los datos de la vida consagrada en España
publicados esta misma mañana por la Conferencia Episcopal Española a través de
su Comisión para la Vida Consagrada.
En concreto, en el último
año se han perdido 50 monasterios contemplativos. Han pasado de ser 801 a 751
en toda España. También hay menos monjas y monjes de clausura. Si hace un año
eran 9.202, en la actualidad los contemplativos han bajado hasta los 8.731
miembros, lo que representa una pérdida cercana a los 500 miembros.
La otra cara de la moneda
son los Institutos Religiosos de Vida Activa y las Sociedades de Vida
Apostólica, que han experimentado un fuerte crecimiento. Tan solo hay dos
institutos nuevos este año, pero los religiosos de vida activa han pasado en
nuestro país de 30.252 a 38.688, es decir, algo más de 8.400 miembros. Han
bajado, sin embargo las comunidades: de 4.944 a 4.785, lo que revela un
panorama de menos comunidades pero con más miembros que el año pasado.
Número y significatividad
De esta forma, la Jornada
Pro Orantibus 2020 –que se celebra este domingo 7 de junio para rezar por la
vida contemplativa– llega en un momento en el que «la vida consagrada en España
disminuye en número», reconoce el presidente de la Comisión Episcopal para la
Vida Consagrada, monseñor Luis Ángel de las Heras, en entrevista con Alfa y
Omega (íntegra, el jueves, en el próximo número en papel del semanario).
Sin embargo, el obispo y religioso
claretiano cree que «no puede menguar en significatividad». En este sentido,
pide «cuidar la calidad; asimilar y procesar los cambios en creativa fidelidad
a lo esencial, con exigencia y entrega evangélicas y con el don de la
profecía». La vida consagrada contemplativa, concluye, «es profecía de
silencio, escucha y alegría en medio de ruidos, sorderas y tristezas
existenciales».
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa Omega