Rojo
o verde
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Entre
el jueves y el viernes me tocó, con alguna hermana más, preparar los
locutorios, tienda e iglesia con todas las medidas que nos piden para poder
tener abierto. Nos repartimos el trabajo, y me tocó pegar los vinilos de los
suelos: poner marcas de color que señalizasen.
Después
de mirar colores y opciones, opté por el rojo y el verde. Me di cuenta de que,
cuando miraba el color rojo, dentro de mí me decía “cuidado”, “precaución”, “no
pases”, “prudencia”... y, si lo ves, sabes que te están resaltando una
información importante.
Cuando
miraba el verde, me decía lo contrario, lo asociaba a la tranquilidad, la
armonía, lo agradable... y le asociaba a la seguridad. Por ello, ya tenía los
dos colores que usaría para hablar por medio de ellos.
Cuando
las monjas los vieron, les pregunté que qué les surgía, y todas coincidieron en
ello. Me daba cuenta de qué integrados tenemos estos colores y lo que nos dicen
en ciertos momentos.
Después,
en la oración, me preguntaba si en mi vida sé cuáles son las líneas rojas y las
líneas verdes. Porque dentro de nosotros tenemos innata una rebeldía que muchas
veces nos hace pasar esta línea roja, y luego nos llegan las consecuencias.
Mientras que, si vivimos desde la línea verde, es la vida lo que nos llena.
Cuántas
veces nuestros padres, formadores, amigos, directores espirituales, mayores...
nos dicen: “Cuidado, estás pasando una línea roja”.
Jesús
se lo dijo a la mujer adúltera. Cuando querían apedrearla, Jesús dijo: “El que
esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Ninguno tiró una piedra. Jesús le
dijo: “Nadie te condena, yo tampoco, pero, de ahora en adelante, no peques
más”. Jesús le dijo a la mujer “no pases más la línea roja, porque ya ves
cuáles son las consecuencias”.
Por
ello, detrás de una línea roja, siempre hay sabiduría y un bien, aunque a veces
no lo veamos. Pero junto a lo rojo está lo verde, y el verde es la vida, es la
Paz, la alegría, el sí, la aceptación, el ser feliz.
Hoy
el reto del amor es parar cinco minutos en una iglesia y preguntarle al Señor
cuál es tu línea verde, dónde en tu día a día ves vida, esperanza, alegría... y
vivir de esa luz verde.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
