Es el
segundo hijo de una familia china y nació cuando el Gobierno de su país todavía
aplicaba con severidad la política del hijo único
Foto: CARF |
Así lo confesó el propio seminarista en la jornada virtual de puertas
abiertas de los seminarios Bidasoa y Sede Sapientiae organizada por el CARF. El
evento fue el primer acto de la campaña Que
ninguna vocación se pierda, que trata de apoyar a las vocaciones
surgidas en países donde los candidatos no tienen medios para asumir los costes
de una formación adecuada y las diócesis poseen escasos recursos.
José Miguel no puede ser muy preciso en sus datos.
Es de China, de una diócesis de la que prefiere no decir el nombre para evitar
problemas con las autoridades. Sin embargo, el anonimato le permite hablar
claro, en primera persona, contra la terrible política del hijo único
implementada durante demasiados años en el gigante asiático.
La conoce bien porque José Miguel es el segundo
hijo de una familia China y nació «cuando el Gobierno todavía ponía en práctica
esta ley». Por ello, la alegría de su madre por tener una vida creciendo en su
interior dio paso, rápidamente, al miedo a que el Gobierno pudiera enterarse y
acabara con la vida de su segundo hijo. Así, hubo de «ocultarse durante muchos
meses».
Sin embargo,
su plan no salió como esperaba y «mi madre fue forzada a abortarme en el
hospital». Cuando ya estaba esperando, se agarró a la oración «y me ofreció a
Dios para hacer su voluntad en el futuro». Y sucedió el milagro. «Apareció una
doctora desconocida, que ayudó a mi madre a darme a luz».
Con el tiempo, Dios reclamó su
ofrenda y sembró en el corazón de José Miguel la semilla de la
vocación sacerdotal. «Al principio, mi madre se mostró reacia a que yo fuera
sacerdote, pero nunca olvidó su promesa hecha el día de mi nacimiento y me dejó
ingresar en el seminario». Lo hizo con 14 años y actualmente continúa su
formación sacerdotal en el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa
(Pamplona) gracias al Centro Académico Romano Fundación (CARF).
Jornada de
puertas abiertas
El testimonio
de José Miguel fue uno de los que se pudo escuchar en la jornada virtual de
puertas abiertas en los seminarios Bidasoa (Pamplona) y Sede Sapientiae (Roma),
que este domingo organizó el CARF a través de Zoom, Facebook y YouTube. Junto a
José Miguel, seminaristas procedentes de República Dominicana, Venezuela,
Japón, México o Tanzania, dieron también su testimonio, así como los rectores
de ambos seminarios.
Durante el evento, el rector del CEI Bidasoa Juan
Alonso García, aseguró que «Dios sigue llamando a los jóvenes al
sacerdocio» y también «sigue llamando a personas, como pueden ser los
bienhechores, que hacen posible que esas vocaciones salgan adelante».
Además, parafraseando al Papa Francisco, el rector
explicó que de un sacerdote se esperan «cuatro cercanías: Se espera que esté
cerca de Dios, es decir, que sea un hombre de oración; que esté cerca de su
obispo y viva la comunión; cerca de sus hermanos sacerdotes; y, como no puede
ser de otro modo, cerca de los fieles, donde el sacerdote tiene que ser padre y
pastor».
Por su parte, Javier Canosa, rector del CEI Sede
Sapientiae -situado en Roma-, destacó la oportunidad de los seminaristas de
«tener esa cercanía con el Papa, escuchar sus palabras, pero también la de
acompañarle más de cerca y llevarle el cariño, el afecto y la unión de sus
diócesis de orígenes».
Canosa, además, subrayó «el sentido universal que
adquieren los seminaristas» al estudiar en un centro internacional como el Sede
Sapientiae. «La idea inicial que pueden tener, compartida con jóvenes de tantos
países distintos, se amplía muchísimo, les da una perspectiva nueva que va a
acompañarles toda la vida. Esto me parece fundamental para un futuro sacerdote:
no aplicar una receta automáticamente, sino tener la capacidad de entender un
contexto mayor, más amplio».
Que ninguna
vocación se pierda
El evento, celebrado durante la Jornada Mundial de
Oración por las Vocaciones, supuso el pistoletazo de salida para una nueva
campaña del CARF, que trata de «apoyar a las vocaciones surgidas en países
donde los candidatos no tienen medios para asumir los costes de una formación
adecuada y las diócesis poseen escasos recurso», explican desde la entidad.
La campaña, que lleva por lema Que ninguna vocación se pierda, estará
activa hasta el mes de septiembre y se encuentra accesible a través de la
página web: queningunavocacionsepierda.org.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y
Omega