El
cardenal Beniamino Stella, prefecto
de la Congregación para el Clero y los Seminarios, ha dirigido una carta
a los sacerdotes españoles en la que dibuja cómo ha de ser misión en la era
post coronavirus
El ministro vaticano máximo
responsable de los curas de toda la Iglesia les invita a seguir el ejemplo de
San Juan de Ávila, cuya festividad se celebra hoy, para “sentir males ajenos
y llorarlos, a importunar a Dios por los prójimos, a tener corazón de madre y
manos largas con los desconsolados y pobres”, explica el periodista Mateo
González Alonso en la revista Vida
Nueva.
La nueva realidad
Es más, les insta a
contagiar a laicos, religiosas y religiosos a que “en la nueva realidad que nos
espera” conviertan las parroquias y demás comunidades en “hogares con las
puertas abiertas a todas las personas y hospital de campaña para los pobres de
siempre y para quienes están sufriendo las consecuencias de esta pandemia”.
En esta misiva, a la que ha
tenido acceso Vida Nueva, Stella se hace eco de la muerte de al menos cincuenta
sacerdotes españoles “a causa del coronavirus”. “El sacrificio de estos
sacerdotes y de tantas otras personas, que han arriesgado y perdido su vida,
por llevar salud, alimentos, consuelo, esperanza… nos recuerda que Dios nos ha
dado la vida para compartirla, para entregarla generosamente”, reflexiona
en la misiva.
Ganar en generosidad
A renglón seguido, Stella
subraya que “el testimonio de estos sacerdotes es un buen antídoto contra la
tentación de utilizar egoístamente el ministerio sacerdotal, para alcanzar
bienes materiales, prestigio, intereses materiales, prebendas…”. En esta
misma línea, puso en valor cómo “ellos anuncian silenciosamente que Dios no se
deja ganar en generosidad”.
De la misma manera, el
purpurado ha felicitado a los curas españoles por su “caridad pastoral” que
calificó de “especialmente creativa” en arar de que la comunidad
cristiana sienta “la cercanía de Dios y la solidaridad”.
Luz y fortaleza
En la carta, el cardenal
aprovecha para reivindicar, no solo la atención médica como una necesidad
básica, sino también los “espacios para poner nombre a sus sentimientos, luz
y fuerza para seguir amando y confiando, para enfrentarse a la
incertidumbre, a la enfermedad, a la muerte de seres queridos y al fin de la
propia vida”.
Stella también reconoce en
su texto que “estas semanas extrañas” han ayudado a “redescubrir” aspectos como
“la celebración de la fe en las familias y en pequeñas comunidades”, “el
acompañamiento personal de los fieles” a través de las nuevas tecnologías, “la
oración pausada”…
Fuente: ReL
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