PRENDIMIENTO DE JESÚS
Dominio público |
II. El
pecado en la vida del cristiano. Volver de nuevo al Señor mediante la
contrición, y con esperanza.
III. La
huida de los discípulos. Necesidad de la oración.
“Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían
ido a casa de María creyeron en él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y
les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos
convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza
muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos
vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación".
Uno de ellos,
llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no
comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el
pueblo y no que perezca la nación entera?". No dijo eso por sí mismo, sino
que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no
solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos
de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían
matar a Jesús. Por eso Él no se mostraba más en público entre los judíos, sino
que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí
permaneció con sus discípulos. Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha
gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús
y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la
fiesta o no?". Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de
que si alguno conocía el lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para
detenerlo” (Juan 11,45-57).
I.
Levantaos, vamos –dice Jesús a los que le acompañan en el Huerto de Getsemaní-
ya llega el que me va a entregar. Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas,
uno de los doce, acompañado de un gran gentío con espadas y palos (Mateo 26,
46-47): se consuma la traición. Judas fue elegido y llamado para ser Apóstol
por el mismo Señor, experimentó la predilección de Jesús, y llegó a ser uno de
los Doce más íntimos.
También fue enviado a
predicar, y vería el fruto copioso de su apostolado; quizá hizo milagros como
los demás. ¿Qué ha pasado en su alma para que ahora traicione al Señor? El
resquebrajamiento de su fe y de su vocación, debió producirse poco a poco.
Permitió que su amor al Señor se fuera enfriando y sólo quedó un mero
seguimiento externo. El acto que ahora se consuma ha sido precedido de
infidelidades y faltas de lealtad cada vez mayores. Por contraste, la
perseverancia es la fidelidad diaria en lo pequeño. Perseverar en la propia
vocación es responder a las sucesivas llamadas que el Señor hace a lo largo de
una vida, aunque no falten obstáculos y dificultades y a veces errores
aislados, cobardías y derrotas.
II. La traición se consuma en el cristiano por el pecado
mortal. Todo pecado, incluso el venial, está relacionado íntima y
misteriosamente con la Pasión del Señor. Por muy grandes que puedan ser
nuestros pecados, Jesús nos espera siempre para perdonarnos en la Confesión, y
cuenta con nuestra flaqueza, los defectos y las equivocaciones. Debemos
recordar que Dios no pide tanto el éxito, como la humildad de recomenzar sin
dejarse llevar por el desaliento y el pesimismo, poniendo en práctica la virtud
teologal de la esperanza. Judas rechazó la mano que le tendió el Señor, y su
vida, si Jesús, quedó rota y sin sentido.
III. Jesús se quedó solo. Los discípulos han ido desapareciendo
poco a poco. Pedro le seguía de lejos (Lucas 22, 54). Y de lejos, como
comprendería pronto Pedro después de su negación, no se puede seguir a Jesús. O
se sigue al Señor de cerca o se le acaba negando. Hoy nosotros le aseguramos a
Jesús que queremos seguirle de cerca, y nunca dejarlo solo. Le pedimos a la
Virgen que nos dé las fuerzas necesarias para permanecer junto al Señor en los
momentos difíciles, con afanes de desagravio y de corredención.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández
Carvajal.
Fuente: Almudi.org