La Conferencia
Episcopal propone a las diócesis que obispos y sacerdotes entreguen parte de su
sueldo para ayudar a los que sufren las consecuencias económicas de la crisis
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Foto: CEE |
Es partidaria de una renta básica en estos momentos, pero añade que no
debería ser una coartada para un subsidio permanente.
La Conferencia Episcopal
Española (CEE) también rinde cuentas ante la sociedad en tiempos de
coronavirus. Limitada la movilidad por el Estado de Alarma, el secretario
general de la CEE y obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, se reunió
este lunes con los periodistas que cubren habitualmente la información
religiosa en nuestro país en una rueda de prensa virtual. Un encuentro durante
el que el también portavoz del Episcopado hizo una llamada a la clase política
a poner por delante la realidad a su ideología en un momento que exige, afirmó,
«una nueva transición».
«Esta crisis es también
política, pero en su sentido más hondo. […] Estamos llamados a hacer política
de organización del bien común poniendo encima de la mesa la realidad del
momento, de la crisis, del paro, de niños y jóvenes, de nuestro sistema de
salud... Una realidad que grite y se ponga delante de las ideologías, que se la
escuche», explicó.
Por todo ello, Argüello
hizo un llamamiento a las distintas administraciones y a los partidos políticos
a hacer un esfuerzo por dialogar: «Que ese sacrificio que nos van a pedir a los
ciudadanos lo hagan sacrificando su amor propio y sus intereses ideológicos
para poner encima de la mesa un proyecto para el bien común».
El portavoz episcopal
reconoció que toda la sociedad desoyó las noticias que llegaban desde China,
pero añadió que la responsabilidad de los políticos no es la misma que la de
los ciudadanos. Así, se mostró comprensivo por una situación «que desborda»,
pero reconoció que en España, por el número de fallecidos, ha habido «una
cierta descoordinación y dificultades para estar a la altura». «Ha predominado
el esquema de la antigua normalidad: poner la ideología por delante de la
realidad», explicó.
Cambio de sociedad
El prelado insistió
mucho en que la sociedad ya no va a ser la misma y parafraseó a Pedro Sánchez,
presidente del Gobierno, a la hora de hablar de la «nueva normalidad». Porque,
sostuvo, la pandemia ha acelerado «el cambio de época en el que ya estamos», un
cambio que también ha afectado a la Iglesia con la transformación de la
atención pastoral. Y por eso reclama una mirada hacia el futuro en un mundo
todavía en crisis sanitaria y con una galopante crisis económica.
«El dinero y la ciencia son
importantes, pero no bastante. Si pusiéramos solo el acento en la ciencia, en
la tecnología y en el dinero ahondaríamos en la vieja realidad. Y qué decir del
individualismo: la autonomía cerrada debe ser repensada. Parecía estar anclada
en el derecho a tener derechos. Ahora se nos convoca al deber... a pensar lo
que podemos hacer por los demás. Todos estamos llamados a arrimar el hombro»,
añadió.
En este sentido, obispos y
sacerdotes quieren ponerse en primera fila y, por eso, la Conferencia Episcopal
ha propuesto a todas las diócesis que estos donen parte de sus sueltos a ayudar
a las personas que ya están sufriendo las consecuencias del COVID-19: «Es una
llamada a dar un paso adelante en la generosidad que pasa por proponer a los
sacerdotes la donación de una parte de nuestros sueldos o de una cantidad fija
durante un tiempo. Luego podremos hacer esa llamada a toda la sociedad»
Todo ello a pesar de que la
propia Iglesia ve cómo sus ingresos están cayendo tras varias semanas sin Misas
y, por tanto, sin colectas. Una situación que también viven algunas comunidades
religiosas contemplativas, cuya actividad económica, la que le da sustento, se
ha paralizado. En este sentido, desde la CEE están negociando con la
administración y con entidades bancarias para paliar estas necesidades en la
medida de lo posible. También para hacer a los arreglos en los templos, aunque
apostilló que la prioridad «son las personas».
Renta básica
Ante una medida de carácter
social como la renta básica, los obispos españoles se muestran favorables,
aunque creen que no debería «ser una coartada para un subsidio permanente». En
su opinión, puede haber un riesgo de que grupos amplios «vivan de manera
subsidiada, algo que no sería desead para la organización del común».
Que no se descarte a los
mayores
En su reflexión, Argüello
dirigió unas palabras concretas a colectivos como el de los niños y jóvenes y
el de los mayores. A los primeros lanzó una llamada al sacrificio y a la
entrega, porque nos dirigimos «a un futuro incierto donde los niveles de vida
actuales no van a poder sostenerse». Sobre los segundos, puso de manifiesto la
situación tan dramática que se han vivido en numerosas residencias, donde han
fallecido muchos, incluso «solos y sin ningún tratamiento paliativo».
Aun reconociendo que los
propios sanitarios se han visto desbordados y se han enfrentado a situaciones y
decisiones dramáticas, el portavoz de los obispos recordó que no se puede
considerar a los ancianos como «un grupo de descarte». «Lo que éticamente es
inaceptable es que se tome esta decisión por el documento de identidad. Cada
enfermo tiene que ser mirado en su propio rostros […] El cuidado de los
ancianos, de los niños y la despedida de los difuntos marcan a una
civilización», dijo.
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega