El Papa presidió ayer por la mañana, en la Casa Santa Marta, la misa del cuarto domingo de Cuaresma
Durante
la misa en Santa Marta, Francisco dirigió su oración a los que mueren solos,
sin poder despedirse de sus seres queridos, a causa de la pandemia de Covid-19.
En la homilía, el Papa hablando del Evangelio de hoy, invitó a darse cuenta de
Jesús que pasa en nuestras vidas y poder convertirnos a él.
El
Papa presidió ayer por la mañana, en la Casa Santa Marta, la misa del cuarto
domingo de Cuaresma. La celebración en la Capilla de la Domus se retransmite en
directo desde el 9 de marzo por decisión de Francisco que quiere mostrar así su
cercanía a los fieles que no pueden asistir a la misa a causa de la epidemia de
coronavirus. En la introducción, el Papa volvió a rezar por las víctimas de
esta enfermedad.
En
estos días, escuchamos las noticias de muchos difuntos víctimas del Covid 19:
hombres, mujeres que mueren solos, sin poder despedirse de sus seres queridos.
Pensamos en ellos y rezamos por ellos. Pero también por las familias, que no
pueden acompañar a sus seres queridos en su fallecimiento. Nuestra oración
especial es para los difuntos y sus familias.
En
su homilía, comentando el Evangelio del día (Jn 9, 1-41) sobre la sanación del
ciego de nacimiento, nos exhortó a estar atentos para darnos cuenta cuando
Jesús pasa a nuestras vidas y poder convertirnos a él.
A continuación, el texto
de la homilía según una de nuestras transcripciones:
Este
pasaje del Evangelio de Juan habla por sí mismo. Es un anuncio de Jesucristo y
también una catequesis. Me gustaría mencionar una cosa. San Agustín tiene una
frase que siempre me llama la atención: "Temo a Cristo cuando pasa".
Timeo Dominum transeuntem. "Temo a Cristo cuando pase" - "¿Pero
por qué temes al Señor?" - "Temo que no me daré cuenta de que es el
Cristo y lo dejaré pasar." Una cosa está clara: en presencia de Jesús los
verdaderos sentimientos del corazón, las verdaderas actitudes florecen: salen.
Es una gracia, y por eso Agustín tenía miedo de dejarla pasar sin darse cuenta
de que estaba pasando.
Aquí
está claro: pasa, cura a un ciego y estalla el escándalo. Y entonces lo mejor
de la gente sale y lo peor de la gente. El ciego... asombra la sabiduría del
ciego, mientras responde. Estaba acostumbrado a moverse con las manos, tenía el
olfato del peligro, tenía el olfato de cosas peligrosas que podían hacerle
resbalar. Y se mueve como un ciego. Con un argumento claro y preciso, y luego
también usa la ironía y se da ese lujo.
Los
doctores de la ley conocían todas las leyes: todas, todas. Pero estaban fijados
en éstas. No entendieron cuando Dios estaba pasando. Eran rígidos,
apegados a sus hábitos: el mismo Jesús lo dice... apegados a los hábitos. Y si
para preservar estos hábitos tenían que hacer una injusticia, no era un
problema porque los hábitos decían que esto no era justicia; y esa rigidez los
llevaba a hacer injusticias. Ese sentimiento de encierro sale ante Cristo.
Sólo
esto: les aconsejo a todos que tomen el Evangelio de hoy, capítulo 9 del
Evangelio de Juan, y lo lean, en casa, en silencio. Una, dos veces, para
entender bien lo que sucede cuando Jesús pasa: que los sentimientos salen. Para
entender bien lo que nos dice Agustín: Temo al Señor cuando pasa, que no me doy
cuenta y no lo reconozco. Y no me convierta. No lo olvides: lee hoy una, dos,
tres veces, todo el tiempo que quieras, el capítulo 9 de Juan.
El
Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística,
invitando a tomar la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada
por el Papa:
Jesús
mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te
amo por encima de todas las cosas y te deseo en mi alma. Ya que no puedo
recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Como ya he venido, te abrazo y todas las cosas se unen a ti. No dejes que nunca
me separe de ti.
Te
invitamos a ver la misa integral en nuestro canal Youtube
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del Vaticano
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