Por
la noche, recitando tus oraciones, no sientes casi nada… ¿Repites las mismas
palabras sin pensar en su significado? ¡Quizás sea hora de dar a su oración un
toque de novedad!
Todos
soñamos con hacer de nuestro día una ofrenda de oración, una vida de amor con
nuestro Dios, de acuerdo con una oración continua siempre perseguida, nunca
alcanzada.
Por
la noche, agobiados por el cansancio después de un día sin descanso, apenas nos
quedan unos minutos en el borde de la cama antes de dormir.
La
oración de la noche es la oración de la última hora del día, de los últimos
cinco minutos, del último suspiro. A menudo se presenta como un rosario que
nunca termina, o como la recitación de unas pocas oraciones, siempre las
mismas, que son hermosas pero que sufren el desgaste del tiempo.
Todo
esto es mejor que no hacer ninguna oración, pero el alma pide a gritos su
alimento. ¿Cómo podemos darle un poco de vida?
Encontrar un buen momento
antes de la hora de acostarse
La
oración es vida sólo si es diaria. No se puede renunciar a ella con el pretexto
de la mediocridad y la repetición. Es mejor fortalecer y relanzar: ser siempre
es mejor que no ser.
En
primer lugar, es necesario buscar el momento adecuado. La noche no siempre
es lo mejor. Es el momento programado cuando no se puede hacer nada más.
¿No
habría un mejor momento, como por ejemplo entre dos actividades? Por ejemplo,
entre después de la cena y el comienzo de la noche, o de camino a casa después
del trabajo. Depende de cada uno de nosotros encontrar ese momento, debe
existir uno.
Lo
importante es que este sea un momento de calidad. ¿Por qué darle a
Dios los restos del día? La intimidad a la que nos invita merece algo mejor.
El
momento de calidad debe, por lo tanto, ser tomado del resto. Quizás no sea lo
más adecuado rezar con el móvil en la mano, dale a nuestro Señor la atención
que requiere. Hay una cortesía de la amistad.
Renovar la oración de la
noche
El
amor ama la sorpresa. La alternancia de un autor espiritual, un Evangelio, un
oficio contribuye a ello. ¿Por qué añadir aburrimiento al esfuerzo? La
penitencia no es necesaria.
La
oración está destinada a nutrir e incluso a complacer. Puedes comprar un Libro
de las Horas o suscribirte a la revista mensual Magnificat,
y rezar a cualquier hora del día el Oficio de la Iglesia.
Rezar
el Oficio, solo o con otras personas, permite nutrirse de la Escritura, y
ampliar el corazón a las dimensiones de la Iglesia. Las palabras de Dios son
mejores que ciertos exámenes de conciencia, que son poco más que una sesión de
introspección. ¡No está prohibido convertir los pijamas en vestidos litúrgicos!
Por
Fray Thierry-Dominique Humbrech
Fuente:
Aleteia