Máquina
“quita pelusas"
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos
días todavía hace frío por estas tierras, porque, aunque ha habido días buenos,
¡es que todavía estamos en invierno!… ¡Aunque las cigüeñas parecen ignorarlo,
porque están en nuestro nido de la espadaña, como dos estatuas de sal!… ¡Allá
ellas!…
Yo
en cambio, soy friolera, y el frío no me tiene compasión, así que, aunque me
abrigo con estas fibras modernas, por las que no pasan ni las balas, yo me sigo
poniendo jerséis y prendas de lana… Estas noto que me protegen amorosamente, y
la “calidad de vida”, con ellas, es estupenda… ¡Pero… siempre hay un “pero”!…
La lana cría pelotas con el roce, y hace muy feo…
Busqué
una máquina que había en casa, que las quitaba, y me dijeron: “¡Uy, hace años
que se rompió, ya no existe!…” Entonces, en el recreo de la Comunidad, me puse
a quitar esas bolas con la mano… ¡¡Desesperante, me he desollado los dedos!!...
Entonces, cogí una tijera que fuera cortándolas, una a una. Y… ¡oh, casi hice
un colador con la prenda, porque cortaba también el tejido!… Así que decidí
pedir, por adelantado, para mi cumpleaños, una maquinita “quita pelusas”… ¡Y
así, ha sido magnífico!…
En
la oración, toda esta historia me ha enseñado mucho acerca de Jesús, Nuestro
Señor:
Nosotros
somos esas piezas de lana, muy buenas y bellas, porque, ¡somos imagen de Dios!,
pero, ¡ay!, el roce continuo de las mismas, con las circunstancias, los
hermanos, los acontecimientos y también las influencias no buenas, crean poco a
poco, muchas “bolas” que se pegan en nuestra lana como la pez…
Cuando
intento quitarme de encima, con mis esfuerzos, estos “cuerpos extraños”, veo
que es inútil: ¡mucho esfuerzo y poco resultado!… Si acudo a las tijeras,
cortando violentamente mis defectos y pecados, lo que hago, son “agujeros” en
mi alma, que me hieren más y me dejan inservible y dolida…
¡¡Pero
aparece la máquina “quita pelusas”!!... ¡Y, pasando suavemente por la prenda,
“absorbe” todas las bolas para sí, y queda la prenda nueva!... ¡Jesús es el que
realiza, con tanto primor y suavidad, esta “limpieza” que su gracia consigue,
destruyendo todos nuestros pecados y “cosas raras”!...
¡Él
lo hizo, entregándose por nosotros en la cruz, para que fuéramos libres y otra
vez, de verdad, hijos de Dios!…
Hoy
el reto del amor es que te acerques a un hermano de confianza y pongas en sus
manos, que son las de Jesús, todo eso que te pesa y que no te gusta de ti, pero
que no sabes cómo quitártelo de encima… ¡Jesús desea limpiarnos y lo ha hecho,
de una vez para siempre, con su Sangre, en su Pasión, Muerte y Resurrección!...
¡Gracias sean dadas a Dios por Jesús!...
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma