El Pontífice se expresó así en el libro-entrevista “San Juan Pablo el Magno”
Portada del libro. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El
Papa Francisco destacó su “total sintonía con el pensamiento de San Juan Pablo
II respecto al sacerdocio”, y aseguró que “basta leer mis cartas del Jueves
Santo o también las homilías que como Obispo de Buenos Aires pronuncié a lo
largo de varios años”.
El
Pontífice se expresó así en el libro-entrevista “San Juan Pablo el Magno”,
escrito por el periodista italiano Luigi Maria Epicoco y editado por San Pablo,
y que se ha puesto a la venta este martes 11 de febrero en Italia.
El
libro es un elogio a la figura de San Juan Pablo II, a su Pontificado y a su
herencia magisterial. En él realiza una defensa absoluta del celibato, que
define como “una gracia, no un límite”.
En
la entrevista se comenta y se cita en varias ocasiones el libro de San Juan
Pablo II “Don y Misterio”, escrito con motivo del 50º de su ordenación
sacerdotal. El Papa Francisco reafirma su afinidad a la visión del sacerdote
que Juan Pablo II muestra en esa obra.
Sobre
si el sacerdocio hoy debería ser diferente a como se concebía en el pasado,
Francisco afirma que “respecto a ayer, han cambiado algunas formas de ser
sacerdote, pero lo esencial permanece igual”.
Sobre
el celibato, en el libro señala que está “convencido de que el celibato es un
don, una gracia y, caminando en el surco de Pablo VI y luego de Juan Pablo II y
de Benedicto XVI, siento con fuerza el deber de pensar en el celibato como una
gracia decisiva que caracteriza la Iglesia Católica latina. Lo repito: es una
gracia, no un límite”.
Asimismo,
subraya que “el sacerdote está llamado, principalmente, a mostrar este amor
misericordioso” de Dios, porque “allí donde hay un corazón misericordioso, está
el signo claro de la acción de Dios”.
“Precisamente,
San Juan Pablo II murió en las primeras vísperas de la fiesta de la Divina
Misericordia, fiesta fuertemente querida por él, por aquel vínculo profundo que
sintió desde que era sacerdote en Cracovia, con la espiritualidad de Santa
Faustina Kowalska”.
Elogio a San Juan Pablo II
En
el libro, Francisco realiza un elogio de la figura de San Juan Pablo II, “un
hombre de Dios, un hombre de oración. Bastaba con verlo rezar para percibir
cómo se sumergía completamente en el misterio de Dios”.
Recuerda
sus impresiones al escuchar hablar por primera vez a Juan Pablo II después de
su elección como Papa: “Tuve una sensación muy buena. Esa impresión se reforzó
inmediatamente después, cuando me dijeron que era un capellán universitario, un
profesor de filosofía, un montañero, un esquiador, un deportista, un hombre que
rezaba mucho. Me gustó mucho. Sentí una gran simpatía por él”.
“Creo
que no podemos olvidar los sufrimientos de este gran Papa”. Según su opinión,
la sensibilidad de San Juan Pablo II por la Misericordia, además de estar
sostenida en la espiritualidad de Santa Faustina Kowalska, estaba fuertemente
influenciada “por las persecuciones comunistas y nazis, de las cuales fue
espectador. ¡Ha sufrido mucho!”.
En
su opinión, San Juan Pablo II fue fundamental para la caída de los regímenes
comunistas y, en concreto, para el derrumbe del muro de Berlín: “En aquel
momento histórico, Juan Pablo II fue un intérprete de las aspiraciones de
libertad del pueblo, y unió todas aquellas fuerzas buenas que han dado como
resultado un cambio decisivo”.
Francisco
también destacó la gran cercanía de Juan Pablo II a las personas: “Era un
pastor que amaba a la gente, y la gente le devolvía un inmenso amor”.
Además,
subrayó su sentido de la libertad, que ejerció incluso en su enfermedad: “Juan
Pablo II fue un hombre libre, hasta el fin, y también en la inmensa debilidad que
vivió”. “El suyo fue un testimonio extraordinario, hasta la cruz. Era aquello
que el Señor le pedía en aquel momento concreto”.
Teología de la liberación
Por
otra parte, en la conversación mantenida con el periodista italiano, el Papa
Francisco puso de relieve cómo la acción de Juan Pablo II fue esencial para
evitar que el marxismo, por medio de la teología de la liberación, hiciera
estragos en la Iglesia.
“Muchos
países (en América Latina) tenían dificultad para comprender cómo la teología
de la liberación, que usaba un análisis marxista, suponía el riesgo de tomar un
camino ideológico que, en cierto sentido, podía traicionar el mensaje genuino
del Evangelio”.
Por
el contrario, “Juan Pablo II venía de un país que había sufrido el marxismo y
que tenía una gran capacidad para intuir ese riesgo”.
Así,
“se comprende cómo algunas de sus indicaciones no estaban dictadas por el
cierre a determinadas iniciativas, sino por la voluntad de querer preservar en
la genuinidad del Evangelio, intuiciones y deseos lícitos que partían de abajo,
de situaciones de injusticia social, pero que debían leerse más a la luz del
Evangelio que a la luz del análisis marxista”.
Sacerdocio femenino
El
Papa Francisco también se mostró en plena sintonía con el magisterio de San
Juan Pablo II en lo que se refiere al sacerdocio femenino.
“Con
frecuencia se me plantea la cuestión del sacerdocio femenino, y yo digo que no
sólo estoy de acuerdo con Juan Pablo II, sino que la cuestión no está en
discusión porque el pronunciamiento de Juan Pablo II fue definitivo”.
Lamentó
que “leemos la cuestión femenina y la cuestión del sacerdocio en términos
funcionales olvidando, en cambio los términos de importancia. María tiene un
papel y una dignidad superior a la de los apóstoles”.
Ideología de género
Para
el Papa Francisco, según afirma en este libro-entrevista, una de las
modalidades con las que el mal se muestra en el mundo de hoy es la ideología de
género. “Diciendo esto, no me estoy refiriendo a aquellos que tienen una
orientación homosexual”, precisó.
“Hago
una referencia más amplia que afecta a una peligrosa raíz cultural que quiere
destruir desde la raíz el proyecto creador que Dios quiso para cada uno de
nosotros: la diversidad, la distinción. Querer hacerlo todo homogéneo, neutral.
Es un ataque a la diferencia, a la creatividad de Dios, al hombre y a la
mujer”.
En
ese sentido, definió la ideología de género como “un proyecto ideológico que no
tiene en cuenta la realidad, la verdadera diversidad de las personas, de a
unicidad de cada uno, de la diferencia de cada uno”.
Fuente:
ACI Prensa