El Arzobispo de Rosario (Argentina), Mons.
Eduardo Martín, dio a los rectores de colegios católicos de Argentina tres
puntos importantes a tener en cuenta al momento de educar a los jóvenes de hoy
Mons. Martín fue invitado al discurso
inaugural del 57º Curso de Rectores impartido por el Consejo Superior de
Educación Católica de Argentina (Consudec) realizado entre el 4 y 7 de febrero
y que llevó por lema “Todo es Tuyo”.
Somos creaturas de Dios
Mons. Martín alentó a los presentes a
enseñar “una antropología abierta, que reconozca la raíz espiritual de la
persona humana”, “que conciba al hombre abierto al infinito, abierto a la
eternidad, abierto al misterio”.
“La causa más importante de la crisis
educativa en la que estamos inmersos es la falta de apertura al misterio,
dominados por un neopositivismo que clausura y censura las preguntas últimas,
deja insatisfecha la sed del corazón humano”, alertó.
“Lo que puede vencer ese neopositivismo
asfixiante” es “ser educados y educar en la conciencia de la dependencia, que
somos creaturas y estamos en manos de Alguien que nos ama”, agregó.
En ese sentido, “la fe cristiana nos da una
visión del ser humano como persona, substancia individual de naturaleza
espiritual. El ser persona hace que el ser humano posea una dignidad única, que
cada uno es irrepetible, imagen y semejanza de Dios. En una palabra, la persona
humana es sagrada, querida por Dios como fin en sí misma y no sólo como medio”.
De ahí que “la tarea del hombre,
especialmente por el trabajo, es completar la obra creadora de Dios, es mejorar
las condiciones naturales de modo que todo concurra al bien de todos y
especialmente a que el hombre viva”, sostuvo Mons. Martin.
Crítica ante los mitos de
la modernidad
El Prelado destacó que es necesario educar
en la realidad del cosmos, es decir, transmitir que la “realidad es cósmica,
tiene un orden, una belleza por la que se hace atractiva”.
“Se necesita educar en la atención, estar
atentos a la realidad; educar en la observación que lleva a la verdad, pues
parte de lo constatado y no de meras ideas”, agregó.
Se necesita una educación ambiental que
“vaya más allá de una mera información científica y en la prevención de daños
ambientales. Es necesaria una educación que critique los mitos de la
modernidad: progreso indefinido, consumismo, mercado sin reglas”, aseguró Mons.
Martin.
La encíclica Laudato si’, que debiera ser
de lectura obligatoria para todo docente católico, dijo Mons. Martin, “nos
recuerda que las tres relaciones fundamentales del ser humano, que están
estrechamente conectadas entre sí, son: la relación con Dios, con el prójimo y
con la tierra se han roto, externamente y dentro de nosotros por la fuerza del
pecado”.
Vivir una conversión
integral
Luego de explicar las consecuencias del
pecado y el anuncio de redención que ofrece el cristianismo, el Arzobispo de
Rosario expresó que “en el anuncio del Reino de Dios somos llamados a la
conversión, a ese cambio de mentalidad que nos hace dirigir nuestra mirada
hacia Cristo y desde él afrontar la vida, la relación con Dios, el trato con la
creación y con el prójimo”.
Ese camino de conversión “es un proceso
permanente que culminará el último día de nuestra existencia terrena.
Convertirse es volver la mirada hacia Dios y desde Él concebir el mundo, la
vida”, precisó Mons. Martin.
“La conversión a Dios es integral, toma la
totalidad de la vida, y llega también, como consecuencia, al modo cómo tratamos
lo creado y cómo nos tratamos entre nosotros”, agregó.
El Papa Francisco ha invitado “a que
nuestra conversión, nuestra espiritualidad cristiana llegue a ser totalizante,
llegando a sanar las relaciones con las demás creaturas y con el mundo que las
rodea y provoque esa fraternidad con todo lo creado; todo esto como fruto de la
luz y de la fuerza de la gracia recibida”, recordó.
“Para el corazón creyente todo nos habla de
Dios. Esta mirada que nace de la fe encuentra su fuente y su cumbre en la
Eucaristía que une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado”,
manifestó el Prelado.
“Por Cristo presente en la Eucaristía, todo
el cosmos da gracias a Dios. La Eucaristía nos anticipa la eternidad, el cielo
nuevo y la tierra nueva hacia la que marchamos. El más allá se gana en el más
acá, viviendo conforme al designio de Dios”.
“Caminamos con esperanza en medio de las
tribulaciones y de nuestras miserias y caídas, pero confiamos en la
misericordia que será la última palabra de la historia”, concluyó.
Fuente: ACI Prensa