Alta
teología
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿Te
has fijado en lo bonito de un paisaje natural? ¿La inmensidad y precisión de
los planetas, estrellas... o, simplemente, la distribución de las hojas en un
árbol?
Todo
está... ¡¡ordenado!!
¡¡¡Voilà!!
Prueba infalible de la existencia de Dios. Porque la realidad tiende de forma
natural al desorden y al caos. Y, si no lo crees... basta con mirar mi celda.
¿Cómo
es posible? Te aseguro que el 24 por la tarde la dejé impoluta. Con la
Nochebuena, la Navidad... se acumuló la ropa en la silla, los zapatos nunca
volvieron al armario, el barreño con agua para regar al bonsai forma ya parte
de la decoración...
Hay
muchas más posibilidades de desorden que de orden, pero, curiosamente, ¡el
universo sigue en pie!
El
orden necesita un cuidado constante (que se lo pregunten a los padres y
madres), y precisamente el Señor dice que cuida de nosotros, ¡hasta el extremo
de tener los cabellos de nuestra cabeza contados!
Pero
su amor va mucho más allá. Él sabe que nuestra vida puede convertirse muchas
veces en un caos. ¿Y entonces?
En
la primera página de la Biblia se dice que la tierra era un caos informe, pero,
¿te has fijado?, acto seguido apunta: “el Espíritu del Señor se cernía sobre
ella”. Es como si estuviese dándole calor, incubando ese caos... ¡y salió la
vida!
He
ahí la grandeza del Señor. A nosotros nos encantaría un mundo perfectamente
cuadriculado, que nuestra vida tuviese una trayectoria sin altibajos... El
Señor no te promete nada de eso, pues sabe que, por menos de nada, nuestro
mundo se desordena. Si nos invita a confiar en Él, ¡es porque nos promete que
es capaz de sacar vida del caos! “Todo es para bien de los que aman a Dios”.
Hoy
el reto del amor es dejar el control en manos de Jesucristo. Te invito a que
hoy no pierdas la calma cuando los planes no salgan, o se dinamite el horario
previsto. Si vas con Jesucristo, ¡las sorpresas son de lo más habitual! No te
aferres a lo que has diseñado, y disfruta cada instante del día, ¡como el Señor
quiera regalártelo! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicos de Lerma