Homilía en Santa Marta
No avergonzarse de expresar la alegría del encuentro
con el Señor, no estar separados de la fiesta que hace el pueblo cuando siente
a Dios cerca de ellos: es esta la reflexión del Papa en la Misa de esta mañana
en la Casa Santa Marta. El Evangelio, afirma, sólo seguirá adelante con
evangelizadores llenos de vida y alegría. Una alegría que también continúa
"en la mesa juntos con la familia".
Es el sentimiento de alegría de ser cristiano que el
Papa Francisco puso al centro de su homilía en la Misa de ayer en la mañana en
la Casa Santa Marta. La inspiración la tomó de la primera lectura de hoy, del
Segundo Libro de Samuel, que habla de David y de todo el pueblo de Israel
celebrando el regreso del Arca de la Alianza a Jerusalén.
El Pueblo
festeja porque Dios está cerca
El Arca había sido secuestrada, recuerda el Papa, y su
regreso "es una gran alegría para el pueblo". La gente siente que
Dios está cerca de ellos y lo celebran. Y el rey David está con él, se pone a
la cabeza de la procesión, hace un sacrificio inmolando un novillo y un carnero
gordo. Con el pueblo entonces grita, canta y baila "con todas sus
fuerzas".
“Había una fiesta: la alegría del pueblo de Dios
porque Dios estaba con ellos. ¿Y David? Baila. Baila ante el pueblo, expresa su
alegría sin vergüenza; es la alegría espiritual del encuentro con el Señor:
Dios ha regresado entre nosotros. Y esto nos da mucha alegría. ¿David no piensa
que él es el rey y que el rey debe estar separado de la gente, su majestad, no?
-, con la distancia... David ama al Señor, es feliz por este evento de traer el
arca del Señor. Expresa esta felicidad, esta alegría, bailando e incluso
cantando seguramente como todo el pueblo. Haciendo fiesta”.
Francisco señala entonces que esto también nos sucede,
sentir alegría "cuando estamos con el Señor" y, tal vez en la
parroquia o en los pueblos, la gente celebra. Luego menciona otro episodio de
la historia de Israel, cuando se encontró el libro de la ley en el tiempo de
Nehemías y aún entonces "el pueblo lloraba de alegría", continuando
la celebración en casa.
Desprecio por
la espontaneidad de la alegría
El texto del profeta Samuel continúa describiendo el
regreso de David a su hogar donde encuentra a una de sus esposas, Mical, la
hija de Saúl. Ella lo recibe con desprecio. Al ver al rey danzando se
avergüenza de él y le reprocha diciendo: "¿Pero te avergonzaste de bailar
como un vulgar, como uno del pueblo? Y el Papa Francisco observa:
“Es el desprecio de la religiosidad exquisita hacia la
espontaneidad de la alegría con el Señor. Y David le explica: “Pero mira,
esto era motivo de alegría. ¡La alegría en el Señor, porque hemos traído el
arca a casa!”. Ella desprecia. Y dice en la Biblia que esta señora – se llamaba
Mical – no tuvo hijos por esto. El Señor la ha castigado. Cuando falta la
alegría en un cristiano, ese cristiano no es fecundo; cuando falta la alegría
en nuestro corazón, no hay fecundidad”.
Necesitamos
evangelizadores alegres para ir adelante
El Papa Francisco señala entonces que la fiesta no
sólo se expresa espiritualmente, sino que se convierte en un compartir. David,
ese día, después de la bendición, había distribuido "un pan para todos,
una porción de carne asada y un puré de pasas", para que todos pudieran
celebrar en su propia casa. "La Palabra de Dios no se avergüenza de la
fiesta", dijo Francisco, y luego continuó: "Es verdad, a veces el
peligro de la alegría es ir más allá y creer que esto es todo. No: este es el
aire de la celebración". Luego recordó que San Pablo VI, en su Exhortación
Apostólica "Evangelii Nuntiandi", habló de este aspecto y exhortó a
la alegría. Francisco concluye recogiendo sus pensamientos:
“La Iglesia no irá adelante. El Evangelio no irá
adelante con evangelizadores aburridos y amargados. No. Sólo ira adelante con
evangelizadores alegres, llenos de vida. El gozo de recibir la Palabra de Dios,
el gozo de ser cristianos, el gozo de ir adelante, la capacidad de hacer fiesta
sin avergonzarse y no ser como esta señora, Mical, cristianos formales,
cristianos prisioneros de las formalidades”.
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
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